El peligro de reenviar los virales agresivos: advierten que pueden amplificar el bullying

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La escena, cada vez más cotidiana, se repite una y otra vez. A través de Facebook, de Twitter y de WhatsApp empieza a circular una foto, un video o un audio. Muchas de las personas que reciben ese material se ríen -se burlan- y en cientos o miles de casos, apelan además a los “botones” que las redes sociales diseñaron para hacer el trabajo más fácil: “Compartir”, “Retuitear”, “Reenviar”. En algunas horas, el alcance de la foto, el video o el audio se multiplica exponencialmente y su circulación es -la comunicación se sirve de un término epidemiológico- viral. El último video que se viralizó en Argentina fue protagonizado por una joven de 23 años. “Hola, soy Anto”, se presentaba a través de Facebook. De ella se burlaron, entre otros, famosas como Nazarena Vélez y Noelia Marzol, y el futbolista de Banfield Brian Sarmiento. Todos ellos pidieron disculpas luego de que el padre de la joven contara en televisión que ella padece un retraso mental. Sin embargo, las imágenes de la joven, los memes y los videos de usuarios desconocidos de las redes que la parodian, no dejaron de circular: se trata de otro caso en el que la viralización de material multimedia abrió las puertas del maltrato.

Antonella en el video viral.

“Las redes sociales están siendo utilizadas para la vehiculización de elementos agresivos que tienen las personas, sin pensar que en el camino queda gente de carne y hueso”, asegura el psiquiatra y psicoanalista Pedro Horvat. Reflexiona: “Vivimos en un tiempo en el que lo que predomina es el impacto inicial de lo que se comunica; la viralización elude el segundo o tercer plano de la comunicación, entonces vemos el video de alguien y nos burlamos de su tono de voz, de algún rasgo físico, pero no pensamos en el contexto en el que eso ocurre sino que nos quedamos con una dimensión única sobre la que proyectamos aquello de lo que nos queremos burlar”.

“Anto no tiene mucha idea de las redes sociales y esto le duele. Por más que tenga una discapacidad tiene amor. La gente no mira la parte humana”, había dicho su papá por televisión. Según contó, su hija fue objeto de múltiples burlas. Luego de que se diera a conocer su diagnóstico y de que varios de los famosos que la habían parodiado pidieran disculpas, la joven fue invitada a participar del ciclo televisivo Pasión de sábado y de la primera emisión de Showmatch.

Ingrid Sarchman, licenciada en Ciencias de la Comunicación y docente de la UBA, sostiene: “En el mundo de las redes sociales, todos somos productores de contenidos, y como tales, hay que tener criterio y responsabilidad. En la vida real no le decís cualquier cosa a cualquier persona, y viralizar o no un mensaje debería elegirse con el mismo criterio”. María Zysman, que dirige la ONG Libres de Bullying, explica: “No se tiene conciencia del impacto de una viralización; la ola de circulación de un material hace que no tengas registro de lo que estás reproduciendo y reenviando porque pensás ‘Si todos lo compartieron, ¿cuál es el problema de que lo comparta yo?’”. Según Zysman, “la naturalización de la burla entre adultos abona el terreno para que los más chicos hagan bullying, porque ¿cómo le decís a tu hijo que no se ría de algo luego de que vos te reíste? E incluso así, una cosa es reírse de algo, pero otra es difundir ese material: ahí hay un paso que no tenés que dar”.

Para Horvat, “la viralización se da en sociedades en las que se acelera la circulación de ideas planas, y cuando alguien quiere frenar la pelota, lo rechazan y le dicen ‘Pará, vos sos un amargo’”. Paula Sibilia, antropóloga y comunicóloga, describe: “Los aspectos de la vida que se consideraban privados suelen espectacularizarse, por libre voluntad o no. Todo eso genera una curiosidad considerada más o menos legítima: crece la impresión de que tenemos derecho a espiar, saber, opinar y divulgar esos asuntos. Se busca obtener el reconocimiento de los demás, pero el sufrimiento puede ser enorme si se pierde el control de la narrativa de la propia vida”.

El anonimato, dice Sibilia, “quizás se haya convertido en un sueño imposible hoy en día, además de constituir una pesadilla indeseable para la mayoría”. En la era del reenvío, parece que el tiempo para decidir si se replica o no un mensaje se acorta. Nadie quiere llegar último a la hora de hacer reír a los amigos o compañeros, aunque para eso haya que burlarse de otros. Al fin y al cabo, esos videos, audios o imágenes que se difundan pueden anotar algunos “Me gusta” en la propia autoestima.

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