Horror en Plaza Huincul: la pelea entre los vecinos se desató por unas herramientas

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La brutal pelea entre vecinos en Plaza Huincul, que terminó con dos hombres muertos, otro herido y dos principios de incendio, se originó luego de que una de las víctimas del ataque acusara tiempo atrás al agresor de haberle robado herramientas y un teléfono celular. Todo se agravó con el correr de los meses. Tanto es así que Jesús Amador Candia, que está detenido con prisión preventiva, venía denunciando ante la Justicia local amenazas y agresiones por parte de las personas a las que fulminó con su escopeta.

Terror en Plaza Huincul. La escopeta que usó Candia para matar a Soto y Sánchez en la tarde del sábado. (La Mañana del Sur)

Candia ya había realizado dos denuncias en la Fiscalía de Cutral Co, localidad que se encuentra pegada a Plaza Huincul, en las que detallaba que Pablo Soto (37) era el responsable de un ataque a su casa con bombas molotov y también el autor intelectual de un brutal paliza contra sus hijos.

El sábado, alrededor de las 14, Candia ingresó a la casa ubicada en el barrio Centenario, casi enfrente a la suya, sobre calle Miralles al 300, y disparó contra Soto, Arturo Sánchez y Prono Tobares. Sánchez también fue ultimado mientras que Tobares, según la versión de una amiga relatada a este diario, recibió un fuerte culatazo que lo dejó herido y por el cual fue internado en el Hospital Regional de Neuquén Capital. Mañana estaría de regreso en Plaza Huincul, dijo.

Los muertos, en cambio, recibieron dos disparos cada uno, en el pecho y en la cabeza. Candia, que estaba desempleado, había comprado el arma hacía una semana con el dinero de un retiro voluntario que consiguió al dejar la empresa petrolera en la que trabajaba.

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El origen de esta tragedia comenzó meses atrás cuando Soto se acercó enojado hasta el domicilio de Candia y lo acusó de haberle robado algunas herramientas, entre ellas una soldadora y una amoladora, y un celular. Candia, quien se encontraba ocupado en una construcción en su hogar, negó ser el responsable del robo. Desde entonces las amenazas se multiplicaron.

Soto le advirtió que algo iba a sucederle el próximo “sábado”. El siguiente fin de semana, Candia escuchó cómo un ladrillo atravesaba una de las ventanas de su casa y, de inmediato, explotaron dos bombas molotov que incendiaron el interior de la vivienda. En ese mismo momento, tres de sus seis hijos adolescentes se encontraban en el lugar mirando televisión.

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De inmediato, Candia se dirigió a la comisaría del barrio y relató los hechos. Los policías tomaron fotografías y escucharon el testimonio del dueño de casa, pero la investigación no avanzó.

Por esto, Candia acudió hasta la Fiscalía de Cutral Co, a cargo de Marisa Czajka, y realizó la denuncia formal. Pocos días después, uno de sus hijos varones y su hija (de 18 años y madre de un pequeño) fueron “acorralados” por amigos de Soto. El grupo golpeó a los chicos hasta dejarlos en el suelo para continuar agrediéndolos con piedras y botellas. Antes de marcharse, les gritaron que su padre debía retirar las denuncias que había hecho en contra de Soto.

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Pero Candia regresó a las dependencia judiciales en las cuales dejó constancia de las heridas y golpes que sufrieron sus hijos. Además acudió en persona a una radio de Cutral Co -Radio Fuego- y allí hizo ofreció su versión de la historia. “Yo no quiero tener problemas con nadie, yo quiero actuar legalmente”, se le escuchó decir apenas unas semanas antes de cometer el doble homicidio.

“Yo me preocupo por la seguridad de mis hijos. En la fiscalía me ofrecen una conciliación pero a mi no me sirve ¡Hay dos molotov!”, señaló claramente afectado en el transcurso de la entrevista.

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A pesar de su inconformidad, Soto y Candia llegaron en la Fiscalía a un acuerdo de no agresión que se quebró rápidamente, puesto que los vecinos aseguran que los insultos entre ambos continuaban en plena vereda de la calle Miralles.

Soto tenía una mala reputación en el barrio . “Son conocidos acá, esa casa era más que nada un aguantadero donde los tipos operaban”, le indicó un vecino a Clarín. Candia coincidía en esto y calificaba el hogar de Soto de la misma forma.

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El barrio está dominado por grupos de bandas narcos que manejan el tráfico en parte de Plaza Huincul y Cutral Co, dicen quienes viven en los alrededores. El día que Candia ultimó a Soto y Sánchez, amigos y familiares de ambos se dirigieron hacia el hogar de Candia y lo incendiaron pasando por encima del cerco policial. Los bomberos se negaron a ingresar al barrio porque fueron amenazados por el mismo grupo acerca de que les iban a incendiar los coches.

Una de las primeras cosas que le confesó Candia a la policía cuando fue capturado fue que había matado “a tres personas”. De inmediato aclaró: “Me quedan algunos más”. El hombre tenía escondida entre sus ropas una escopeta calibre 12:70.

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