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Un enorme misterio rodea la desaparición de María Eugenia Cadamuro (47), que conmueve la localidad cordobesa de Jesús María, en Córdoba. Nadie sabe dónde está y entre los amigos y la familia hay diferencias sobre lo que le pudo haber ocurrido. Algunos sospechan que su hijo, Jeremías Sanz (21), que está preso, sabe algo sobre la paradero de su madre. Otros en cambio, sostienen que el joven es inocente y piden su inmediata liberación. Tanta es la controversia que a dos meses de su desaparición se realizaron dos marchas distintas. Una organizada por Guadalupe Sanz (24), su hija, y otra encabezada por un grupo de sus amigos, quienes creen que la Justicia debería seguir investigando al hijo menor de María Eugenia.
Cadamuro dejó su casa el miércoles 15 de marzo para visitar a unos amigos, con quienes iban a comer un asado esa noche. Nunca llegó. Al día siguiente, como no aparecía, la fueron a buscar y encontraron la puerta de la casa abierta y las luces prendidas. Dentro de la propiedad no había signos de robo ni violencia. Esto llamó mucho la atención de sus conocidos, ya que no se explicaban qué había ocurrido con ella. Entonces radicaron la denuncia y desde entonces la busca la Policía.
Cadamuro desapareció el 15 de marzo.
Guadalupe, la hija de Cadamuro, le contó a Clarín que antes de ir al asado llamó a unos de sus amigos para avisarle que estaba demorada. “Les dijo que tenía que terminar una reforma que le estaba haciendo a otra amiga”, agregó. Esto fue lo último que se supo de ella.
El día de la desaparición
Lo que sucedió después es un misterio. Guadalupe, que vive en Buenos Aires desde 2010 y estudia en el Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA), asegura que su mamá solía moverse con mucha independencia. “Hacía estas cosas de desaparecer. Pero nunca por tanto tiempo. Lo raro es que no le avisó a nadie”, acotó.
Los rastrillajes en Jesús María, rodeada por campos de soja y maíz, fueron infructuosos. El fiscal a cargo del caso, Raúl Almeida, ordenó cinco allanamientos en esa localidad y en zonas aledañas como Totoral. Los resultados de esos procedimientos son desconocidos hasta el momento.
Madre e hija vivieron juntas dos años en Buenos Aires.
Sobre lo sucedido el 15 de marzo, Guadalupe brindó detalles de las horas previas a la desaparición: “Mi hermano cuando sale de la oficina, creo, va a hacer un par de cosas, y pasa por lo de mi vieja a fumarse un pucho, tenían que hablar una cosa de unas curvas de nivelación del campo (…) se fuman un pucho y se va a hacer un par de cosas y de ahí a su casa en Sinsacate”.
Hace un mes, el 15 de abril, hubo un drástico giro en la investigación cuando la Policía arrestó a Jeremías, al cual imputaron por “privación ilegítima de la libertad”.
El hijo preso
Hoy, Jeremías está preso en un pabellón común en el penal cordobés de Bouwer. Y el motivo de su detención no está claro. Desde la fiscalía aseguran que hay argumentos suficientes en su contra. Los familiares dijeron a este diario que el joven está preso “por una llamada que habría hecho desde Totoral”, el día de la desaparición de su madre, quien también habría realizado un llamado desde la misma localidad. “Se estuvo trabajando para encausar y direccionar esto a que mi hermano tiene algo que ver. Pienso que no hay pruebas suficientes, esa es mi sensación, cada uno tiene su perspectiva. El sumario está construido de dichos de dichos”, comentó Guadalupe.
María Eugenia junto a Jeremías, hoy preso.
Otras fuentes judiciales contaron que hay testimonios en contra del joven. Un grupo de amigos habría asegurado que María Eugenia le tenía miedo y que no llevaban bien. También que Jeremías la había amenazado. Por su parte, el joven dio un reportaje a Radio Jesús María antes de caer preso. Y aseguró que a su mamá la veía “inestable”.
Para la hermana, los investigadores se guían solo por una pista: “Siento que la prueba más fehaciente que tienen son llamadas de mi mamá y otra de mi hermano, que justo coinciden en que las agarran la misma antena. Eso no quiere decir que los agarre (la señal) en el mismo lugar (…) obviamente que se va a investigar y trabajar sobre esta prueba.”
La convocatoria para una de las marchas.
Sobre las supuestas amenazas de Jeremías a su madre, considera que “son dichos de dichos”.
“No me entra en el alma que mi hermano la haya amenazado a mi mamá, tampoco quiero entrar a culpar a otro que dijo que mi hermano la amenazaba, eso estará en la consciencia del que lo dijo”, enfatiza Guadalupe. Y agrega que durante este último tiempo el joven detenido “tenía una buena relación” con su madre.
Clarín también se contactó con algunos amigos de Cadamuro, quienes se mostraron algo reacios a hablar sobre el hijo menor de María Eugenia. “Yo personalmente te puedo decir que en ningún momento apunto al hijo de ella. Yo no quiero hablar. Lo único que me interesa es que la encuentren a María Eugenia. El resto lo va a determinar la Justicia”, dice Susana Dulchi, la mujer que radicó la denuncia.
Por otro lado, Norberto Solovey, otro amigo de la mujer desaparecida, aseguró que Cadamuro estaba “distanciada” de sus hijos y que no tenía una buena relación con Jeremías. “Tenían diferencias y algunas peleas”, revela. Y cuenta que cuando hicieron la denuncia no “encontraron una respuesta de colaboración positiva” por parte de la familia.
Las dos marchas
Se realizaron en los últimos días dos marchas por su aparición. Una convocada por Guadalupe junto a un grupo de familias y amigos, que se manifestaron en la Parroquia de Jesús María y en también en la porteña Plaza de Mayo, donde además reclamaron la liberación del joven preso. La otra fue llevada a cabo en la Plaza San Martín, en Córdoba, por un grupo de amigos de Cadamuro quienes consideran que Jeremías debe seguir detenido hasta que se aclare el asunto.
Relaciones de familia
La vida de Cadamuro y sus hijos pasó por varias aristas. En 2000, María Eugenia se separó de su primer marido, y se mudó a Buenos Aires junto a su hija. Allí puso una parrilla en Las Cañitas. Jeremías decidió quedarse en Jesús María y abrir un criadero porcino con su tía, Mabel, hermana de María Eugenia, en Barranca Yaco.
En 2015, la mujer se fue a Miami a probar suerte. Allí conoció a Pedro García, un cubano trabajador de la construcción con ciudadanía estadounidense, con quien se caso y tuvo, según Guadalupe, algunos altibajos en la relación. En noviembre del año pasado, María Eugenia volvió a Buenos Aires y a los pocos días murió su mamá.
Herencia y pelea
La herencia de la madre de Cadamuro, centrada un campo de 300 hectáreas en Jesús María “fue algo que se resolvió en el último tiempo”, afirma Guadalupe. La información comercial de María Eugenia tampoco revela deudas abultadas.
Poco después de la muerte de la mamá, María Eugenia tuvo un encontronazo con su hermana, la socia de su hijo en el criadero. Cadamuro entró a la casa de Mabel y, según contaron amigos, la atacó. Eso desembocó en una orden de restricción de acercamiento para María Eugenia y un botón antipánico para Mabel. “Mi mamá tuvo un brote y le pegó a mi tía. No estuvo bien. Se equivocó”, reconoció Guadalupe. Sin embargo, no aclaró los motivos de la pelea entre ellas.
El novio cubano
García no estaba en el país cuando Cadamuro desapareció. Tampoco mostró mucho apuro para venir a la Argentina para saber de ella. “Su forma de comunicarse no fue grata. Me insistía por teléfono que yo no hacía nada por la búsqueda de mi vieja”, sostiene Guadalupe. Por otro lado, García dio una entrevista esta semana con Radio Jesús María y aseguró que Cadamuro estaba “con proyectos” y “de buen ánimo”.
María Eugenia sigue sin aparecer y su paradero es un misterio. Pero, a pesar de todo, Guadalupe no baja los brazos y cree en que la encontrará: “Espero poder seguir disfrutándola, no puedo imaginarme que ella ya no está, todo está pasando de una manera que uno no puede creer en que mi mamá ya no puede estar”, expresó la joven. Y agregó: “En algún lado ella está y nos iluminará para que todo se aclare.”
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