La guerra en Siria cumple seis años y el final todavía no se vislumbra

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El enfrentamiento armado en Siria cumple seis años y no parece tener fin en vista. Si bien el gobierno de Bashar Al Assad pareciera estar retomando el control de la situación en los últimos meses, el atentado donde murieron 39 personas producido hoy en Damasco es un trágico recordatorio de que el conflicto todavía sigue.

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Estas muertes recrudecen el terrible balance de seis años de guerra que ya causó 320.000 muertos y más de 11 millones de desplazados y refugiados; es decir la mitad de la población de antes de la guerra. El enfrentamiento además ha dejado las infraestructuras del país en un estado calamitoso.

Este trágico aniversario coincide con una tercera ronda de negociaciones de paz en Kazajistán, que no contará con la presencia de los rebeldes, lo que deja pocas esperanzas en los avances para la resolución del conflicto.

Mapa de Siria. AFP

El origen

El conflicto se desató el 15 de marzo de 2011 cuando se produjeron manifestaciones pacíficas tras el arresto y la tortura de estudiantes de los que se sospechaba habían escrito lemas contra el régimen en las paredes de la ciudad de Deraa. La dura represión a las protestas concluyó en una rebelión armada y luego en una guerra civil, en la que se han visto implicadas fuerzas locales, regionales e internacionales.

Mis mejores recuerdos de la revolución son de cuando mi ciudad fue liberada del opresor Bashar al Assad”, afirma Abdalá al Husein, de 32 años, un futbolista de Saraqeb, una de las ciudades de la provincia de Idlib.

“Cuando empezamos a manifestarnos, no esperaba que llegáramos hasta este punto. Pensaba que terminaría en dos, tres meses, un año máximo”, lamenta.

Víctimas de un bombardeo remueven los escombros en busca de sobrevivientes. / REUTER

Existe una suerte de disputa en torno a quiénes fueron (y son) los verdaderos opositores a Al Assad. Hay que tener en cuenta que el conflicto sirio llegó en medio de los levantamientos populares conocidos como la “Primavera árabe”, manifestaciones masivas en Túnez, Egipto, Yemen y Libia, entre otros países, en las que se reclamaba por mayores libertades políticas.

La ciudad de Aleppo en ruinas tras seis años de guerra. / EFE

En el caso de Siria, a diferencia de los jóvenes idealistas de los países de la región, dentro de la oposición había una gran presencia de fundamentalistas islámicos, que hace décadas están en pugna con el gobierno secular baathista. Los episodios que siguieron a esta primera revuelta se caracterizaron por la fuerte presencia de clérigos, quienes, junto a las demandas de la gente de abolir la ley de emergencia, mayor libertad política y fin de la corrupción, pedían “la liberación de todos los presos políticos del país”. Lo que equivale a decir que reclamaban la libertad de un gran número de yihadistas.

Las calles cubiertas del laberíntico zoco del casco antiguo de Aleppo, patrimonio de la humanidad, donde los daños causados por los combates son palpables. / EFE

En un artículo publicado en septiembre de 2012 en Middle East Online, el especialista inglés en Medio Oriente, Patrick Seale, argumentó que era imposible entender el “levantamiento sirio” sin tener en cuenta el “largo enfrentamiento entre fuerzas seculares e islámicas que atraviesan el país desde la creación del Partido Baathista en 1940″. Citando un estudio realizado por el Instituto Sueco de Asuntos Internacionales sobre el yihadismo sirio, Seale remarca que quienes se oponían al gobierno eran casi en su totalidad sunnitas, y que el dinero y los recursos llegaban de países islámicos y organizaciones pro-islámicas. “La principal fuerza impulsora detrás la insurgencia siria es la religión“, concluye.

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Las fuerzas de seguridad sirias acordonan el área en torno al viejo Palacio de Justicia en Damasco donde ocurrió el atentado. / AFP

La comunidad internacional se mantuvo dividida durante años entre un bloque a favor del régimen, liderado por Rusia e Irán, y un campo favorable a la oposición, encabezado por Estados Unidos, con numerosos países europeos, Turquía y los países del Golfo. Contrariamente a lo que esperaba este segundo bloque, el régimen de Assad logró ganar terreno con el apoyo indefectible y militar de Moscú.

Frente a él, la rebelión ha ido mermando por las divergencias internas y se ha visto eclipsada por el auge de los grupos terroristas como el ISIS.

Cifras de Unicef sobre la situación de los niños en Siria – AFP

Los insurgentes se encuentran hoy en una situación extremadamente débil y marginal, sobre todo tras la pérdida en diciembre del sector este de Aleppo, su mayor feudo.

Por otro lado, la oposición política ya no puede contar ni con el apoyo turco, después de que Ankara y Moscú –hasta entonces rivales– acercaran posiciones a finales de 2016, ni con el respaldo de Estados Unidos, puesto que la administración de Donald Trump se mostró desinteresada en las pasadas negociaciones en Astaná y Ginebra.

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Ciudades enteras bajo nubes de humo son una postal tristemente célebre de estos años de conflicto en Siria. / AFP

Pese a ello, “hay hoy en día una voluntad internacional de poner fin a la guerra y el pueblo sirio quiere una solución”, afirma Rami Abdel Rahman, director del Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH).

“Pero las pequeñas guerras continuarán y Siria no será nunca más como antes”, advierte. Porque “no solo se ha destruido la infraestructura, también el tejido social”.

Para el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Husein, el conflicto sirio es “la peor catástrofe provocada por el hombre desde la Segunda Guerra Mundial”. Amninstía Internacional recuerda por su parte la necesidad de juzgar a los criminales de guerra.

“Tras seis años de tormento, no hay ninguna excusa para dejar impunes los horribles crímenes de derecho internacional que se comete en Siria“, afirma Samah Hadid, de la oficina regional de la ONG.

Fuente: agencias

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