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Raúl Lozano atiende a Clarín tarde, en la noche China, pero aclara ante las disculpas del periodista que, igualmente, no puede dormir por causa del jet lag. No es para menos: todavía es reciente su llegada al gigante asiático, donde asumió el 26 de abril como entrenador del seleccionado nacional de voley.
Algo que representa “un desafío profesional importante” en la vida de este platense de 60 años, que apuesta a impulsar el voley masculino en un país de poca tradición entre los hombres.
– ¿Qué te motivó a asumir la conducción de China?
– Creo que es un equipo que puede hacer un salto de calidad con los jugadores chinos. Y es un desafío profesional importante entrenar al monstruo mundial que es China. Me atrae conocer el país por dentro, desde el trabajo de la selección, cómo son, cómo buscan soluciones, cómo están a la vanguardia en muchísimas áreas, en industria, tecnología, o cualquier cosa que salga.
Lozano, con el seleccionado chino y su cuerpo técnico, en el que también están los argentinos Juan Manuel Serramalera y Andrés Esper.
– ¿Es un interés que excede a lo deportivo?
– Es un país interesantísimo. También por la cultura milenaria que tiene como nación.
El desafío llega a Lozano luego de ser campeón en Argentina e Italia, y de dirigir distintas selecciones, como España, Polonia, Alemania e Irán, equipo al que metió entre los ocho mejores de los últimos Juegos Olímpicos.
– ¿Qué balance hacés de ese último destino?
– Fue una de las experiencias más intensas y difíciles, porque en muy poco tiempo había que hacer muchas cosas. Se cumplieron los objetivos con muy poco tiempo de trabajo: estar en los Juegos Olímpicos y avanzar a cuartos de final.
– ¿Con que equipo te encontrarse al asumir tan cerca de Río 2016?
– El gran trabajo de la selección iraní lo hizo Julio Velasco, que estuvo tres años en los que hizo muchos cambios. Logró un salto de calidad.
– ¿Por qué no seguiste?
– Se plantearon objetivos muy altos con los que no estaba convencido, y eso es muy importante pues se transmite. Creo que Irán tiene muy buenos jugadores, pero para estar en los primeros lugares tendrías que tener a los mejores jugadores en varios de los roles importantes”.
Lozano no se atribuye los méritos que le corresponden a su colega y amigo, quien tras su paso por el equipo de Oriente Medio comenzó a dirigir la Selección Argentina. “Ojalá pueda lograr en China un salto de calidad, como el que Julio logro en Irán”, confiesa el platense. “Es un proceso más largo y complejo del que todos suponen, hay que tener mucho tiempo y dedicarle mucha energía”, destaca.
– ¿Cuál es la principal dificultad para dar el salto?
– Hay que salir de una cierta comodidad para mejorar, para evolucionar. Algunos la definen como ‘zona de confort’. En general un jugador de muy buen nivel que juega y sale campeón en su país, tiende a no querer cambiar, “total con esto estoy muy bien, estoy en selección, con buen contrato”. Pero para dar un salto de calidad hay que compararse con los mejores del mundo, no con los mejores de tu país.
– ¿Cómo se logra algo así?
– Cuesta hacer esas cambios. Hay que convencerlos, ser exigente. Ser duro. Y los jugadores tienen que tener la capacidad de seguir evolucionando. En otros deportes se ve: Ginóbili fue cambiando y mejorando aún después de ser campeón olímpico; Federer, que cambió su revés a 34, 35 años… O el mismo Messi, que antes no hacía goles de tiro libre. Eso es mejorarse aún siendo el mejor.
– ¿Y cómo ves el trabajo de Velasco en la Selección?
– Creo que, como pasó en Italia e Irán, su trabajo trasciende a la Selección. Él va a desarrollar al equipo hasta el más alto nivel, va desarrollando una metodología diferente, una precisión hasta en los mínimos detalles y va capacitando a muchos entrenadores.
– ¿Qué tan lejos está hoy la Selección de las potencias?
– Cuando las potencias juegan al 100%, Argentina no va a ganarles. Pero si tienen un leve bajón, sí. Pero una cosa es ganar un partido de diez a una potencia, como hace Argentina. Lo difícil es ganar cinco o seis de diez.
– ¿Y qué falta para eso?
– No es que falte algo puntual. Son muchos detalles pequeños. Argentina tiene que seguir mejorando e incorporando cosas nuevas. La Selección tiene la ventaja de que Julio sigue, y puede sostener una planificación en una etapa de recambio, como es el primer año de todo ciclo olímpico. Hay que ver cómo van creciendo los jóvenes jugadores. Van a tener 10-15 partidos internacionales, hay que ver cómo responden a ese nuevo aprendizaje. Además en varios equipos han cambiado entrenadores de gran nivel, Brasil-Rusia por ejemplo. Bernardo Rezende y Alekno no se reemplazan fácilmente.
– ¿A la liga argentina cómo la ves?
– Creo que se ha desarrollado mucho técnicamente, ha crecido bastante. Pero falta continuidad en los programas de desarrollo de cada provincia. Esto no es ninguna novedad. No puede ser que aparezca un club, obtenga un buen resultado y a los dos años desaparezca. Algo que no sucede en fútbol ni en básquetbol. El vóleibol argentino, para crecer, necesita dos cosas: la continuidad de los clubes -que hacen crecer a una provincias entera- y fortalecer la rama femenina.
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