"Estamos frente a una nueva ola feminista, que incluirá cambios económicos"

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Atrás está quedando el tiempo en que las feministas eran consideradas mujeres insatisfechas, malhumoradas, quejosas, solteronas y algo caricaturescas. Atrás está quedando el tiempo en que la economía era cosa de hombres en traje.

Hoy, cada vez son más las personas -mujeres pero también hombres, claro- que rompen con esos estereotipos y se animan a pensar en cómo erradicar cualquier tipo de desigualdad de género.

Desde la perspectiva económica, esas inequidades las más de las veces están relacionadas con la brecha salarial, el trabajo no remunerado, la precarización maternal, la pobreza y la falta de representación en organismos públicos y de acceso a cargo dirigenciales. También se incluye en este punto a ese “techo de cristal” que muchas mujeres se han autoimpuesto en la reiteración cultural de “una mujer no puede…”.

He aquí, en estas desigualdades más otras que no están vinculadas a lo estrictamente económico, el motivo del paro internacional de mujeres que se realiza este miércoles en todo el mundo.

“Hubo muchos avances en estas últimas décadas -las mujeres ganan su propio dinero, usan su tarjeta de crédito, votan a sus representantes, son científicas, fuman y toman vino y no necesitan estar con un hombre para tener hijos- pero aún así siguen estando limitadas porque la situación en la que vivimos restringe sus posibilidades y pone numerosos obstáculos a su desarrollo”, asegura Mercedes D’Alessandro en su libro “economía feminista”, que ya va por su tercera edición.

Ámbito.com entrevistó a D’Alessandro, doctora en Economía egresada de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y directora del sitio Economía Femini(s)ta, lanzado en 2015 para abordar temas de la economía desde una perspectiva de género, sobre el lugar que ocupa la mujer en el ámbito laboral.

Periodista: ¿Por qué cree que hoy (y no antes) es posible organizar una protesta mundial como el 8M?

Mercedes D’Alessandro: Estamos frente a una nueva ola feminista. Vivo en Estados Unidos hace tres años y si bien es un tema que está en lo cotidiano, recién empezó a instalarse con fuerza en la campaña Clinton vs. Trump. Y con la llegada al poder de magnate no quedó otra que manifestarse porque no vino sólo con un discurso misógino sino que además ya ha avanzado con políticas que hacen retroceder a las mujeres y LGBT en sus conquistas. En la Argentina empezó con #NiUnaMenos en 2015 y tomó más potencia con el cambio de gobierno, quizás también en respuesta a los problemas económicos que afectan más desproporcionadamente a las mujeres. Durante todo el 2016 hubo movilizaciones de mujeres en diferentes lugares, el paro llega como decantación de estas experiencias y es una apuesta nueva. Para mi va a entrar en escena un nuevo actor político, o mejor, una actriz. Este 8 de marzo va a ser el punto de partida de algo diferente.

P: Previo al paro, algunas mujeres, compañeras de trabajo, discutieron sobre la posibilidad de que los hombres se sumen a la protesta, ¿cuál es su opinión al respecto?

M.D: Considero que es muy positivo que los varones se interesen en el paro y sus demandas porque finalmente tienen mucho que ver en todo esto pero también me parece que está bueno que sepan que pueden participar sin necesidad de ir a la movilización. Hay muchas tareas que hacemos las mujeres diariamente -sobre todo las domésticas y de cuidado-, quizás ellos pueden participar reemplazándonos ahí e incluso mostrándose en ese rol. Parece algo extraño pero si pensamos que en la Argentina el 76% del trabajo doméstico no remunerado lo hacen mujeres, entonces es un hecho político que los varones laven, planchen, limpien pisos, cocinen y ésa sea una forma de manifestarse en contra de los prejuicios. También en algunos lugares se planteó que organicen jardines para los hijos de las compañeras que van a marchar. O asambleas en las que puedan leer, discutir o debatir el machismo y cómo participar en lo cotidiano para combatirlo.

Periodista: ¿De qué cuestiones debemos “convencernos” las mujeres sobre nosotras mismas para luchar en pos de un mundo igualitario?

M.D: En primer lugar, hay que perderle el miedo o el prejuicio al feminismo. El feminismo no es machismo al revés sino es un movimiento que busca la igualdad. Todas tenemos experiencias de desigualdad, desde hechos de violencia a injusticias en el ámbito laboral. En segundo lugar, tenemos que entender que no se nace feminista, se hace. Las mujeres somos machistas, fuimos educadas en una sociedad machista. Hay que pensar, repensarse y cambiar de hábitos. Es todo un esfuerzo pero estoy segura que si lo hacemos avanzamos todos y todas. Y, finalmente, si aún no nos sentimos cómodas con el término feminismo, creo que es un buen ejercicio reflexionar acerca de los lugares que ocupamos. Sobre todo quienes trabajamos en ciencia, política o espacios con exposición, muchas veces naturalizamos que no se nos dé lugar (que se nos ponga de moderadora en un panel en vez de expositora, por ejemplo), que se nos critique por emocionales o por la ropa y no por lo que decimos. A las mujeres se nos exigen muchos más diplomas y medallas para estar a la altura de un varón que muchas veces sólo dice su opinión y ya. Suele haber una doble vara para medir discursos. Todo eso, definitivamente, no es natural, sólo está naturalizado.

P: ¿Cuáles son las principales desigualdades entre mujeres y hombres en el mundo laboral?

M.D: Una de esas inequidades está vinculada al trabajo no remunerado. Es la típica frase “mi mamá no trabaja, es ama de casa”, parece que las tareas domésticas nos corresponden a las mujeres por el sólo hecho de hacerlo. ¿Te imaginas si los hombres trabajaran en la fábrica gratis sólo porque es lo propio de los hombres?, plantea la activista Silvia Federici. En la Argentina, 9 de cada 10 mujeres hacen estas labores aunque trabajen fuera del hogar, mientras que el 40% de los hombres no las hacen aunque estén desempleados. La otra gran desigualdad está vinculada a los salarios: en Argentina, la brecha salarial entre hombres y mujeres es del 27%. De ese porcentaje, sólo el 13% está explicado, es decir, puede deberse a una mayor experiencia por parte del valor, por ejemplo. El resto (14%) corresponde a una cuestión de género. O sea, cobra más sólo porque es hombre. La brecha se mantiene en esos niveles en toda Latinoamérica.

P: ¿Por qué considera que tener hijos también crea una desigualdad?

M.D: El deseo de formar una familia es el principal obstáculo en cualquier intento de lograr un ascenso. Pensemos que hubo una empresa en EEUU que ofreció a sus empleadas costearle el procedimiento de congelar óvulos para postergar el momento de ser madres. En Argentina, el 50% de las mujeres con hijos tiene un trabajo precarizado. El porcentaje de participación de mujeres en el mercado de trabajo cae del 54% cuando no se tienen hijos, al 46% para las que tiene un niño y al 39% con dos o más niños. Ser mamá, por ejemplo, no se lleva bien con los after office y muchas veces es en estos ámbitos de sociabilización donde se cocinan los ascensos, las oportunidades o los viajes. En trabajos masculinos, asimismo, existe el prejuicio de que una mujer no podrá liderar con determinadas situaciones, sea por motivos emocionales. Todavía nos sorprendemos si subimos a un taxi que conduce una mujer.

P: ¿Cuánto de esa desvalorización parte de la propia mujer?

M.D: En mi libro, expongo la idea de que existe un “techo de cristal” autoimpuesto, que no es otra cosa que la subestimación de las capacidades que actúa como barrera psicológica. ahí tenés a esas mujeres que en una reunión de trabajo no se sientan en la mesa central, sino en un lugar menos visible o que no se animan a proponer o que niegan sus propios logros. Pero esta descalificación no es algo biológico sino producto de una vida de encasillamiento en determinados roles y estereotipos.

P: En su libro también habla de que la pobreza es sexista…

M.D: Según el Observatorio de la Maternidad en la Argentina, las mujeres tienen cuatro veces más posibilidades de vivir en un hogar pobre si tienen hijos. Las mujeres pobres tienen peores calificaciones laborales porque no estudiaron o estudiaron poco. Esto hace que se les complique conseguir un trabajo, y cuando lo logran muchas veces son precarizados. Si tienen hijos tendrán un obstáculo adicional, el trabajo doméstico no remunerado. Si no tienen trabajo, no generan recursos y esto incide en sus posibilidades de salir de la pobreza. Y ése hacerse cargo compite con estudiar y trabajar. Es un círculo vicioso.

P: ¿Qué opina sobre la falta de mujeres en roles dirigenciales en el sindicalismo argentino y en organismos como el BCRA, el Ministerio de Economía o el Gabinete, por ejemplo?

M.D: Las economistas estamos muy relegadas, ausentes de los lugares en donde se toman decisiones, como los ministerios de Hacienda, Finanzas, Producción, Interior o Ciencia y Tecnología, tampoco las hay en el BCRA. En todos esos organismos, no hay mujeres o hay 1 cada 10. (El ministro del Interior, Rogelio) Frigerio se saca fotos con ministros de economía de las provincias y son todos -absolutamente todos- varones. Y no es que queremos mujeres para la foto sino que las mujeres tienen mayores niveles de desempleo, de precarización laboral, de pobreza, ganan menos, no llegan a lugares de poder o dirección al tiempo que están en promedio más formadas que los varones… ¿Qué puedo esperar de un equipo económico que ni siquiera se ocupa de contratar mujeres, de sentarse a discutir con una? ¿Cómo puedo esperar que elaboren políticas que atiendan a estas cuestiones puntuales que hacen a las trayectorias laborales de las mujeres si ni siquiera forman parte de su mesa chica?

P: ¿Qué tan de acuerdo está con la idea de que la sola presencia de una mujer en un cargo dirigencial asegure la representación de género?

M.D: Como dijo (presidenta de Chile) Michelle Bachelet, si una mujer entra a la política, cambia la mujer, si muchas mujeres entran a la política, cambia la política. En la Argentina la experiencia que tenemos es que en los lugares en donde hay cupo las mujeres apenas lo superan (como diputados que son 36%) o no se cumple, como en los sindicatos o la cúpula de la CGT. En donde no hay cupo, como ministerios -que son 14%- o empresas que CEOs hay menos del 2%, no tenemos muchas referentes.

P: ¿A qué mujeres admira por su trabajo?

M.D: Hay muchas mujeres economistas destacadas. Me gusta el trabajo de la italiana Mariana Mazzucato (economista experta en finanzas, innovación y desarrollo que ha sido calificada como una de las pensadoras más innovadoras en la actualidad) o el de Heather Boushey (directora ejecutiva y economista en jefe del Centro de Washington para el Crecimiento Equitativo).
Corina Rodríguez Enríquez (investigadora del Conicet y del Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas) y Valeria Esquivel (reconocida a nivel internacional por sus trabajos relacionados con la conceptualización de la “economía del cuidado”, entre otros temas). También me gusta el trabajo de (la ex ministra de Economía bonaerense) Silvina Batakis, (la ex embajadora en Estados Unidos) Cecilia Nahón, Victoria Giarrizo (se desempeñó en el BCRA), (la directora ejecutiva del Estudio Bein) Marina Del Poggetto, entre muchas otras.

P: ¿Por qué, en muchos casos, el poder masculiniza?

M.D: Creo que el liderazgo femenino está en construcción. Y tiene que ver con lo que decíamos arriba, hay pocas mujeres en espacios de poder y muchas llegan ahí a costa de grandes sacrificios en su vida personal, haciendo malabares con familia y trabajo. Porque aún cuando son mujeres que pueden tener niñera o empleada doméstica, la sociedad les va a reclamar que si “se van de campaña” con quién dejaron a los chicos! O si tienen viaje de negocios… o por qué trabaja pudiendo no hacerlo. También tienen que cuidarse con el pelo, el maquillaje, el largo de la pollera, incluso con mostrar emociones. Porque una mujer que llora es débil, mientras que un hombre que lo hace es sensible. Una mujer que grita es una loca, un hombre que lo hace es un apasionado. Una mujer que da órdenes es mandona, un hombre es líder. Esto pasa constantemente en las lecturas que hacemos de las personas que lideran en distintos ambientes.

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