Las bajas temperaturas habían provocado una falla en los llamados tubos pitot, colocados en el exterior del fuselaje, responsables de registrar la presión atmosférica y de traducirla en una medición de la velocidad relativa en el instrumental.
Los pilotos tomaron una decisión errónea, la de aumentar la potencia de los motores y, en una última y desesperada acción, desplegar los slats, que son las partes móviles del ala que proveen sustentabilidad.
El resultado fue que una de las alas se deshizo y el avión cayó en picada durante más de 20 segundos, a más de 1000 kilómetros por hora. En el accidente murieron 74 personas.