Lo afirmó el bioquímico y doctor en Inmunología Gabriel Rabinovich durante su presencia en Casa Rosada, donde detalló su trabajo sobre la proteína Galectina-1, una molécula clave en las enfermedades oncológicas.
Desde hace años, el bioquímico y doctor en Inmunología Gabriel Rabinovich trabaja con la proteína Galectina-1 (Gal-1) y tras realizar una prueba exitosa contra el cáncer en tejido humano, adelantó: “Nuestro trabajo podría ser extrapolable a otro tipo de tumores”. Esta afirmación la realizó durante una conferencia de prensa en Casa Rosada. Los próximos pasos, según indicó, serán profundizar sobre los avances de sus investigaciones sobre esta proteína, que pasará a probarse en pacientes.
En 2014, Rabinovich participó de la publicación de un trabajo en la revista científica Cell, en el que se demostró en modelos experimentales de cáncer que la mencionada proteína servía para mantener vivos a los tumores ante bloqueos de crecimiento experimentados en terapias angiogénicas. Ahora, aquellos primeros pasos se convirtieron un hecho concreto.
“Nuestro trabajo podría ser extrapolable a otro tipo de tumores y, de hecho, se reprodujo en otros laboratorios científicos del mundo que empezaron a trabajar con Galectina-1. Vamos por el buen camino. Comenzamos con un hallazgo y hay que seguir en este trabajo que atravesó universidades y centros nacionales por medio del CONICET”, advirtió el científico. Y resaltó que se encuentran trabajando para desarrollar “lo más pronto posible” un fármaco que incremente la respuesta inmune ante esta patología.
Además, el científico aseguró que se encuentran a un paso de la fase clínica. “En esta última etapa lo que decidimos investigar es qué pasaría si bloqueamos la proteína GAL- 1, si generamos un fármaco, una droga, un antagonista, un anticuerpo monoclonal que inhibe la expresión de esta proteína”, informó y agregó que en investigaciones en animales “cuando el tumor quiere producirla, la neutralizamos”.
Rabinovich se encuentra trabajando con el doctor Diego Croci y colaboradores del Instituto de Biología y Medicina Experimental de Rosario. En sus experimentos con ratones, estos investigadores lograron bloquear la Gal-1 y evitar que los tumores crecieran. Siete años más tarde, pudieron confirmar los mismos resultados en tejido humano: este trabajo fue publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS).
En ese tono, anteriormente, Rabinovich le había explicado aInfobae: “Lo que detectamos fue que esa proteína –la galectina– estaba muy incrementada en los tumores. Nos preguntamos para qué podía servirles. Y lo que vimos es que esa proteína mataba nuestras defensas y desaparecían los linfocitos. ¿Para qué nos servía esa proteína que mata las células que defienden nuestro organismo? Nuestra hipótesis era que se trataba de un mecanismo de escape o de contraataque del tumor”.
La labor de Rabinovich y su equipo mostró, a partir de muestras de pacientes con melanoma, que efectivamente ante el bloqueo de una proteína llamada Factor de Crecimiento del Endotelio Vascular (VEGF, por sus siglas en inglés), Gal-1 puede promover la angiogénesis a través de la interacción con el receptor VEGFR2. A su vez, el artículo publicado presenta otra novedad científica de relevancia: el desarrollo de un nuevo anticuerpo monoclonal humano anti-Gal-1 que permitió, en modelos celulares in vitro, inhibir la angiogénesis gatillada por el plasma de pacientes oncológicos tratados con el agente antiangiogénico bevacizumab (anti-VEGF).
En este estudio, protagonizado por los doctores Nadia Bannoud, Juan Carlos Stupirski y Alejandro Cagnoni, los científicos trabajaron con muestras de plasma de pacientes con melanoma avanzado que participaron de un ensayo clínico de Fase III. Allí, se pusieron a prueba los resultados de la administración de bevacizumab.
El ensayo clínico multicéntrico, llamado AVAST-M, fue realizado en el Reino Unido y las 189 muestras que recibieron los científicos argentinos corresponden a pacientes tratados progresivamente con bevacizumab y al grupo observacional que no recibió dicho tratamiento. También hubo muestras de individuos que fallecieron al momento de ser analizadas.
Sobre este punto, Stupirski dijo: “Nosotros recibimos las muestras sin saber a qué grupo de pacientes pertenecían y cuantificamos la cantidad de Gal-1 que había presente en el plasma. Solo después de este primer paso y al enviar los resultados al Reino Unido, pudimos saber a qué grupo correspondía cada muestra y, en el caso de quienes habían sido tratados con bevacizumab, a qué etapa de la terapia correspondían”.
Bajo estos preceptos, los expertos postularon que la expresión de Gal-1 no solo aumentaba en los pacientes tratados con bevacizumab a medida que avanzaba el tratamiento, sino también que, dentro de este grupo -no así en el observacional- el incremento de Gal-1 en el tiempo era indicador de un mayor riesgo de recurrencia de la enfermedad y de muerte.
“Estos resultados nos permitieron determinar que las variaciones en la expresión de Gal-1 en pacientes tratados con un antiangiogénico sirven como biomarcador del resultado de la terapia”, indicó, por su parte, Rabinovich, quien además es director del Laboratorio de Glicomedicina del IBYME.
Croci, colega de Rabinovich en este trayecto científico de relevancia mundial, recordó: “Si bien aún no hicimos ensayos clínicos, en este estudio pudimos mostrar el desarrollo de un nuevo anticuerpo monoclonal para bloquear Gal-1, que se pude usar en humanos y que funciona para bloquear los efectos pro-angiogénicos de la Gal-1 presente en el plasma de pacientes tratados con bevacizumab. Entonces, por un lado, este trabajo viene a confirmar la hipótesis, ya vista en modelos experimentales, de que Gal-1 activa mecanismos de resistencia frente a las terapias antiangiogénicas y, por otro, presenta una potencial terapia para dar respuesta a este problema”.
“También demostramos que este proceso de formación de vasos se puede inhibir mediante el bloqueo de Gal-1 con un anticuerpo monoclonal desarrollado por el equipo, que también se presenta en este trabajo”, sumó Nadia Bannoud, otra de las autoras.