Al otro lado del muro que rodea el enclave costero, soldados israelíes recogieron a los últimos cadáveres días después de que hombres armados islamistas de Hamás asolaran ciudades en el ataque más mortífero de la historia del Estado judío.
Los militantes de Hamás que mantenían secuestrados a soldados y civiles israelíes habían amenazado con ejecutar a un cautivo por cada casa atacada en Gaza, pero al caer la noche del martes no había indicios de que lo hubieran hecho.
Sin embargo, el ministro de Defensa israelí declaró que sus fuerzas se estaban preparando para una ofensiva terrestre.
En la frontera norte de Israel, se dispararon cohetes desde el sur del Líbano, lo que provocó el bombardeo israelí en respuesta, dijeron tres fuentes de seguridad. El intercambio señaló la posibilidad de que la violencia desemboque en una guerra más amplia.
Israel advirtió de una “tremenda venganza”, llamando a filas a cientos de miles de reservistas y ha sometido a Gaza, donde viven 2,3 millones de personas, a un asedio total.
La embajada de Israel en Washington declaró que el número de víctimas mortales de los atentados de Hamás del fin de semana había superado las 1.000, cifra que empequeñece todos los atentados islamistas modernos contra Occidente, con excepción del 11 de septiembre.
Las víctimas eran en su mayoría civiles abatidos a tiros en sus casas, en la calle o en una fiesta en el desierto. Decenas de israelíes y algunos extranjeros fueron llevados a Gaza como rehenes. Algunos fueron paseados por las calles.
El Ministerio de Sanidad de Gaza dijo que las represalias israelíes habían causado al menos 900 muertos -entre ellos 260 niños y 230 mujeres- y más de 4.600 heridos. Los ataques aéreos se intensificaron el martes por la noche, dejando columnas de humo y llamas en el cielo matutino.
Naciones Unidas dijo que más de 180.000 habitantes de Gaza se habían quedado sin hogar, muchos de ellos viviendo en las calles o en las escuelas. Los bombardeos cerraron las carreteras a los equipos de emergencia.
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, se dirigió a los soldados cerca de la valla de Gaza: “Hamás quería un cambio y lo conseguirá. Lo que había en Gaza ya no estará”.
“Empezamos la ofensiva desde el aire, más adelante lo haremos también desde tierra. Controlamos la zona desde el segundo día y estamos a la ofensiva. Sólo se intensificará“, agregó.
En el depósito de cadáveres del hospital de Khan Younis, en Gaza, había cuerpos tendidos en el suelo sobre camillas con nombres escritos en el vientre. Los médicos pidieron a los familiares que recogieran los cuerpos rápidamente porque no había más espacio.
Hubo muchas víctimas en un antiguo edificio municipal bombardeado que se utilizaba como refugio de emergencia.
“Hay un número extraordinario de mártires, todavía hay gente bajo los escombros, algunos amigos son mártires o están heridos”, dijo Ala Abu Tair, de 35 años, que había buscado refugio allí con su familia tras huir de Abassan Al-Kabira, cerca de la frontera. “Ningún lugar es seguro en Gaza, como ves atacan en todas partes”.
Ya no queda nada
Radwan Abu al-Kass, instructor de boxeo y padre de tres hijos, dijo que había sido uno de los últimos en evacuar su edificio de cinco plantas en el distrito de Al Rimal después de que la zona fue atacada. Salió cuando un misil alcanzó la construcción, que fue destruida por un ataque mayor después de que él huyó. “Todo el distrito quedó borrado”, contó.
Dos miembros de la oficina política de Hamás, Jawad Abu Shammala y Zakaria Abu Maamar, murieron en un ataque aéreo en Khan Younis, en el sur de Gaza, informó un responsable del grupo.
Se trata de los primeros funcionarios de alto rango de Hamás muertos desde que Israel comenzó a bombardear el enclave. Según el Estado judío, Abu Shammala había dirigido varias operaciones contra civiles israelíes y era miembro del politburó de Hamás encargado de asuntos económicos.
Tres periodistas de Gaza murieron cuando un misil israelí alcanzó un edificio mientras se encontraban fuera informando, elevando a seis el número de trabajadores de prensa muertos.
El Ministerio de Asuntos Exteriores palestino declaró que, desde el sábado, los ataques israelíes habían destruido más de 22.600 viviendas y 10 centros de salud, y dañado 48 escuelas.
El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Turk, afirmó que los ataques contra torres de edificios, escuelas y oficinas de la ONU habían causado daños a civiles.
“El derecho internacional humanitario es claro: la obligación de velar constantemente por proteger a la población civil y los bienes de carácter civil sigue siendo aplicable durante todos los ataques“, declaró.
Rastro de sangre
En Israel aún no hay un recuento oficial completo de los muertos y desaparecidos por los ataques. En la ciudad meridional de Be’eri, donde se han recuperado más de 100 cadáveres, voluntarios con chalecos amarillos y mascarillas sacaban solemnemente a los muertos de sus casas en camillas.
Un largo y ancho reguero de sangre recorría el suelo de una casa donde habían sacado los cadáveres a la calle desde una cocina ensangrentada y llena de muebles volcados.
“Lo que más deseo es despertar de esta pesadilla“, dijo Elad Hakim, un superviviente del festival de música donde Hamás mató a 260 asistentes al amanecer. “Todo era tan increíble, la mejor fiesta en la que he estado en mi vida, hasta que (…) del paraíso al infierno, en un segundo”.
El próximo movimiento de Israel podría ser una ofensiva terrestre en la Franja de Gaza, territorio que abandonó en 2005 y que mantiene bloqueado desde que Hamás tomó el poder en 2007. El asedio total que anunció el lunes impediría incluso la llegada de alimentos y combustible a la franja.
Israel también atacó la puerta fronteriza del único paso de Gaza a Egipto. Horas antes había aconsejado a los gazatíes que huyeran a Egipto, para luego informar de que el paso estaba cerrado.
El ataque del sábado tomó a Israel tan desprevenido que tardó más de dos días en sellar finalmente el multimillonario muro de alta tecnología, que se suponía impenetrable.
Los dirigentes israelíes tendrán que decidir ahora si limitan sus represalias para salvaguardar a los rehenes. El portavoz de Hamás, Abu Ubaida, lanzó el lunes la amenaza de matar a un cautivo israelí por cada bombardeo israelí de una casa civil sin previo aviso, y de retransmitir el asesinato.
Los ataques del sábado y las represalias de Israel trastocaron los planes de los diplomáticos de Oriente Medio en un momento crucial en el que el Estado judío estaba a punto de alcanzar un acuerdo para normalizar sus relaciones con la potencia árabe más rica, Arabia Saudita.
Los países occidentales han respaldado firmemente a Israel. Las ciudades árabes han visto manifestaciones callejeras en apoyo de los palestinos. Irán, patrocinador de Hamás, celebró los atentados, pero negó haber desempeñado un papel directo en ellos.
“Besamos las manos de quienes planearon el ataque contra el régimen sionista”, dijo el líder supremo, Ali Jamenei, en un discurso televisado en el que llevaba un pañuelo palestino, aunque afirmó que las acusaciones de que Teherán estaba detrás eran falsas.
(Reporte de la agencia de noticias británica Reuters).