Dolgeville, el pueblito norteamericano que sueña con las promesas de Donald Trump

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Dolgeville, un pequeño pueblo de 2.400 habitantes al pie de las montañas Adirondacks, sobrevive a duras penas: tiene algunos comercios en su calle principal y un puñado de pequeñas empresas, entre ellas una fábrica de bates de béisbol, la única de Estados Unidos.

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En esta región, lejos de los centros urbanos de Nueva York (350 km) o Rochester (260 km), que debe su nombre al industrial y filántropo del siglo XIX Alfred Dolge, dos tercios de los habitantes votaron por Donald Trump. Muchos por miedo a ver morir su ciudad y que los empleos desaparezcan, como desapareció en 1999 la gran fábrica del pueblo, la empresa Daniel Green que manufacturaba pantuflas, y sus 700 empleos.

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Por ahora, festejan: los inicios del magnate inmobiliario en la Casa Blanca, que prometió repatriar miles de empleos manufactureros a Estados Unidos y presionó a varias grandes empresas a mantener o relanzar sus inversiones en el país, los han reconfortado.

Susan Fogarty, de 63 años, que junto con su marido abrió hace 30 años una pequeña empresa de herramientas para las personas que trabajan en los bosques cercanos, volvió a recuperar la sonrisa, según cuenta ella misma.

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“Francamente, teníamos mucho miedo de tener que cerrar, porque ya no podíamos seguir de la forma que lo hemos hecho en los últimos ocho años (…) Pero ahora tengo la impresión de que vamos hacia algún lado, que el país avanza en la buena dirección”, dice.

Susan Fogarty./ AFP

Concretamente nada ha cambiado por ahora. Pero “es el sentimiento de esperanza que me da a mí, a mi marido, a mis hijos y nietos (…) la esperanza de un país donde las personas crean empresas, compran estadounidense”, afirma esta adepta de la cadena de televisión conservadora Fox News.

Uno de sus empleados, Shane Morrill, estima que ahora “las personas son más optimistas”.

Al restringir la inmigración y en relación a la economía, aunque queda “mucho por hacer”, Trump “ha hecho un excelente trabajo”, dice este padre de tres hijos, que cita como prueba el alza de Wall Street estas últimas semanas.

El alcalde republicano de Dolgeville, Bruce Lyon, de 75 años, está también convencido de que “aunque habla a veces demasiado rápido”, Trump “quiere verdaderamente preservar tantos empleos como sea posible”.

“Cuando los 700 empleos de Daniel Green abandonaron Dolgeville, eso fue devastador”, contó Lyon, que dirige la ciudad hace 15 años. “Nos quedan cinco o seis empresas, son solo 300-400 empleos pero es más de lo que tendríamos si partieran, así que si podemos mantener las cosas…”, dice.

En su opinión, las pequeñas ciudades como Dolgeville también tienen “una necesidad crucial” de los 1.000 millardos de inversiones prometidos por Trump para renovar la infraestructura, como el puente que une las dos partes de su comuna atravesada por el río East Canadian. Y tanto más porque sufren la “falta de apoyo” del gobernador demócrata del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, más atento a las grandes metrópolis que lo eligieron, según Lyon.

La fábrica Rawlings de bates de béisbol, en Dolgeville, el pequeño pueblo norteamericano que sueña con las promesas de Donald Trump./ AFP

Tras haberse mudado varias veces, Wayne Dzierzanoski, empleado desde hace 18 años en la fábrica Rawlings de bates de béisbol, no lamenta sin embargo educar a sus dos hijas en esta región de lagos y arces.

La criminalidad es débil y cuando hablamos de inmigrantes, muchos piensan ante nada en los miembros de la comunidad religiosa Amish que desde hace años han construido granjas en la región.

Pero como muchos, Dzierzanoski nutre la esperanza de ver a Dolgeville ofrecer nuevas perspectivas de empleo y atraer nuevas actividades gracias a la renovación industrial prometida por Trump.

Le gustaría ver a la fábrica de bates, comprada en 2016 por el conglomerado Rubbermaid y que emplea hoy día a 35 personas, ampliar su gama “repatriando otras producciones” del grupo que hoy están en el extranjero.

Cada uno tiene su sueño. Tina Gorinshek, 53 años, moza del Motors’ In, el restaurante de la calle principal, espera por su lado que durante los años Trump la calle principal vuelva a tener muchos comercios. Para poder “como hace 25 años, hacer mis compras de Navidad aquí“.

En cuanto al alcalde, le gustaría resucitar el gran edificio gris que albergaba la fábrica de pantuflas, hoy en venta.

“Si solo Donald Trump pudiera venir aquí y encontrar una idea para hacer algo… ¡Quizás podríamos volver a hacer que funcione!”

Fuente: AFP

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