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La posibilidad de que el mundo se vea sacudido por una guerra a gran escala, con Corea del Norte como eje del conflicto, creció considerablemente en las últimas hora y puso en alerta a los gobiernos de las principales potencias. Estados Unidos advirtió que está listo para lanzar un ataque preventivo con armas convencionales contra el país asiático si Pyongyang cumple su promesa de realizar otra prueba nuclear, mientras el régimen comunista prometió una “respuesta sin piedad” ante cualquier agresión de Washington.
Pyongyang adelantó recientemente que “un gran evento” se está acercando, y fuentes de Inteligencia estadounidenses aseguran que todo apunta a una prueba nuclear de gran envergadura, que podría llevarse a cabo este mismo fin de semana. Hoy se conmemora la fecha más importante del país: el cumpleaños del fundador del Estado, el “presidente eterno” Kim Il-sung, abuelo del actual líder Kim Jong-un, y el hombre que inició la “dinastía” comunista en el poder. No se descarta que hagan coincidir el ensayo nuclear con la conmemoración.
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Estados Unidos desplegó en la región, a sólo 500 km de donde se llevan a cabo las pruebas nucleares norcoreanas, dos destructores capaces de disparar misiles crucero Tomahawk. También tiene bombarderos pesados en Guam, listos para atacar si fuera necesario.
Reforzó este enorme campo de batalla con el portaaviones Carl Vinson, que viaja a la península escoltado por tres navíos lanzamisiles y varios submarinos. Este tipo de portaaviones suele transportar entre 70 y 80 aviones o helicópteros, incluyendo unos 50 aparatos de combate.
El escenario es sumamente crítico, sobretodo si se tiene en cuenta que el presidente estadounidense Donald Trump, tras los tropiezos que tuvo internamente para llevar adelante una serie de leyes, decidió dar un giro a su política exterior haciéndola mucho más agresiva.
Primero atacó una base aérea siria en represalia por la supuesta utilización de gas tóxico, y luego utilizó por primera vez la más poderosa bomba convencional, MOAB, para atacar una compleja red de túneles de los yihadistas del ISIS en Afganistán.
Corea del Norte subió el tono de sus amenazas. Sostuvo que el envío del portaaviones Carl Vinson es un acto “insensato”, y que está dispuesta a “ir a la guerra”. “Estados Unidos introdujo en la península coreana, el punto más caliente del mundo, activos nucleares masivos, amenazando seriamente la paz y la seguridad de la península y llevando la situación al borde de la guerra”, señaló.
En una declaración publicada por KCNA, la agencia de prensa oficial, el ejército norcoreano amenazó con atacar las bases estadounidenses en Corea del Sur, “igual que los cuarteles generales del Mal”, en referencia entre otras instalaciones surcoreanas, incluyendo la presidencia surcoreana, y que serían “pulverizadas en pocos minutos”.
Mapa de Corea del Norte y el Mar de Japón con las reacciones de las partes involucradas en el posible conflicto – AFP
Fuentes de los servicios de Inteligencia estadounidenses le dijeron a la cadena NBC que las opciones que está barajando Trump, quien sigue la situación desde su residencia en Mar-a-Lago en la Florida, incluyen incluso la colocación de armas nucleares en Corea del Sur, apuntando hacia el país del norte.
Los posibles ataques estadounidenses, agregan las fuentes, contemplarían la utilización de misiles y bombas de alto poder destructivo, además de operaciones cibernéticas e intervenciones de tropas especiales en el terreno.
El peligro de un ataque de este tipo por parte de Estados Unidos es que podría provocar una reacción impredecible del régimen norcoreano. El miércoles pasado Pyongyang advirtió que “golpearía primero a Estados Unidos” con un arma nuclear si hubiera alguna agresión de la potencia.
La gravedad de la situación preocupó a las grandes potencias. China, aliado crítico de Norcorea, pidió detener la escalada porque que “conflicto podría estallar en cualquier momento”. Rusia, por su parte, dijo estar “muy preocupada” y reclamó “moderación” a todas las partes para evitar “cualquier acción que pueda ser interpretada como una provocación”.
Corea del Sur y Japón, vecinos y rivales históricos de Corea del Norte en la región, son los que más alarmados están. Ambos mantienen alto el nivel de vigilancia y están evaluando la posibilidad de decidir “cualquier acción posible” para responder a la crisis en la península coreana.
El ministro del Exterior japonés, Fumio Kishida, afirmó que Japón sigue comprometido, junto a Estados Unidos, Corea del Sur y otros países, para tratar de convencer a Pyongyang a que se abstenga de hacer nuevas provocaciones y que se atenga a las resoluciones de las Naciones Unidas, que prohíbe el desarrollo de tecnología misilística por parte de ese país.
Sin embargo, hasta ahora las negociaciones nunca prosperaron con el régimen norcoreano. El retirado Comandante de la OTAN y analista de NBC, James Stavridis, advirtió que “dos cosas podrían ocurrir este fin de semana”. “Una es la posibilidad de que Corea del Norte lleve a cabo su sexta prueba nuclear, y la otra es un ataque preventivo estadounidense hacia la península coreana”, dijo.
Un ex hombre de Inteligencia y consejero de política exterior de la Casa Blanca, que prefirió no identificarse, fue más directo sobre el conflicto. “Ya estamos estudiando las opciones militares. Con este régimen la pregunta no es si ocurrirá, sino cuándo”, aseguró.
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