El "duelo" entre Lula y el juez del Lava Jato termina sin vencedores ni vencidos

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En esta confrontación entre Lula da Silva y el juez Sergio Moro, el miércoles, no hubo ni vencedor ni vencido. El magistrado no tenía pruebas para incriminar al ex jefe de Estado de Brasil por la compra de un departamento en el balneario de Guarujá presuntamente reformado “de gracia” por la constructora OAS, una de las empresas involucradas en el Lava Jato.

Durante las 5 horas que duró la audiencia, Lula le recriminó a Moro la “selectividad” en la filtración de informaciones a la prensa, que a su juicio causaron serio daño a su figura. En este contexto, también cuestionó el empleo de las “delaciones premiadas” que, según el ex presidente, fueron utilizadas los días previos a esta indagatoria, para mellar su figura.

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Un repaso “fino” de las declaraciones de Lula muestran que el ex jefe de Estado algo debía saber del esquema de corrupción en Petrobras. Lula siempre negó tener conocimiento del tema.

En lo personal, Moro sostuvo que no tenía “ninguna animosidad” contra Lula. A su vez, el líder del Partido de los Trabajadores se mostró cuidadoso en el trato y dejó a sus abogados la tarea de enfrentar al juez.

Está claro que Lula sabía lo que ocurría en Petrobras. Y, como él mismo admitió, dejó la empresa en manos de gerentes puestos por distintos partidos que fueron los que armaron el modelo de corrupción. El PT habría también de beneficiarse de ese “modelo”.

No se sabe si Moro declarará culpable a Lula de los delitos que le imputan (corrupción pasiva y lavado de dinero) y si lo hace habrá una instancia de apelación. Solo un revés en este último caso impedería a Lula presentarse como candidato a las elecciones presidenciales de 2018.

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