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Fue la noche donde “los chicos” atacaron a “los grandes” y los acusaron de corrupción y abusos, ante seis millones y medio de televidentes. En un debate presidencial inédito, que duró cuatro horas y se prolongó hasta la madrugada de ayer, los once candidatos presidenciales franceses discutieron algunos de sus proyectos para las elecciones del 23 de abril.
Un ejercicio caótico, liderado por dos mujeres periodistas en el canal BFMTV que buscaban recuperar el control del debate, y copado por “les petites candidats”. Fueron ellos -un trotskista y obrero de la empresa Ford; una trotskista, un ex campesino de los Pirineos convertido en diputado y alcalde, dos antieuropeos y un eterno candidato nacionalista y conspirativo nacido en Buenos Aires- que pusieron en apuros al Republicano François Fillon, a la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, al socialista Benoit Hamon, al independiente Emmanuel Macron, y al neopopulista de izquierda Jean Luc Mélenchon, los cinco grandes, sin distinciones.
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Mélenchon, el ex ministro socialista de Lionel Jospin que rompió con su partido y hoy representa a una neopopulista “Francia Insumisa”, mostró sus cualidades de orador, su amplia cultura y fue el más convincente con el 25%, según los sondeos de Elbi. Macron, el candidato independiente de En Marcha, salió segundo con el 21%, pero ganó el sondeo por ser “el más presidenciable”. Marine Le Pen sólo consiguió el 11%, en una mala performance: patinó en el debate en las cuestiones económicas y sociales, atacada por la izquierda y la derecha de los candidatos.
Pero la estrella anti sistema del debate fue Philippe Poutou, el candidato presidencial del Partido Anticapitalista y que es obrero en la Ford. En t-shirt arremangada y blue jeans, argumentó que no tener corbata no era un argumento para que no le dieron sus 18 minutos reglamentarios para debatir sus temas. Fue al ataque, mucho más que los otros candidatos, sin propuestas pero directo a Fillon y Le Pen sobre sus affaires de corrupción y su resistencia a presentarse ante la justicia.
“Y acá tenemos a Madame Le Pen, que roba de la caja europea. Nosotros, cuando somos convocados por la justicia, no tenemos inmunidad obrera. Nosotros vamos”, ironizó Poutou, ante la ovación de la sala. Era un ataque directo a Le Pen, que decidió no asistir a la convocatoria de los jueces por la utilización de fondos del Parlamento Europeo para pagar a sus militantes “hasta después de la campaña electoral”. Claro que protegida para ese acto por su inmunidad parlamentaria. Hoy Le Pen encabeza los sondeos en la primera vuelta en las elecciones francesas y se puso en el papel de “víctima”. El socialista Hamon, que tuvo una mejor performance que en el anterior en este debate, se regocijó: “Es irónico verla jugar de víctima cuando usted pasa su tiempo victimizando a musulmanes e inmigrantes”.
Fillon, ex primer ministro, tercero en las encuestas por sus affaires de empleos ilícitos y con su esposa Penélope procesada, también cayó bajos los ataques de Philippe Poutou, este trotskista que decidió romper los tabúes de la “omerta” de los políticos “hasta que la justicia prueba lo contrario”, a la hora del debate en Francia. “Cuando uno más excava en Fillon, uno huele más corrupción, engaño”, dijo Poutou, con desenfado y hablando con la velocidad de una ametralladora. “Este es el tipo que nos dijo que debemos ajustar el cinturón cuando tenía los dedos en la caja”. Fillón, lívido e incómodo, cuando se niega ante la prensa a responder preguntas sobre el affaire, lo amenazó con un proceso judicial.
Emmanuel Macron tuvo una difícil misión en el debate. Repeler los ataques de todos lados, cuando es el favorito para el balotaje.
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