Francisco inicia su quinto año de pontificado enfrentado a una interna conservadora

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Aunque el Papa no celebró hoy el cuarto aniversario de su pontificado, llegaron muchos regalos y mensajes de buenos augurios. Flores, dulces, artesanías en vistosos paquetes, fueron consignados por muchos fieles a la guardia suiza en las entradas al Vaticano para festejar aquel 13 de marzo de 2013 en el que Jorge Bergoglio fue elegido por el Cónclave de cardenales como el Papa Francisco. Pero el clima del inicio del quinto año fue en los análisis y en las charlas de los que se ocupan de la Iglesia, más bien preocupados por el crecimiento agresivo de la oposición conservadora al pontífice argentino y la necesidad de una ofensiva de Francisco que le permita desbaratar al menos en parte a los conspiradores.

La renuncia de la irlandessa María Collins, (un icono de las víctimas porque fue abusada a los 12 años por un cura pedófilo) como miembro de la Pontificia Comisión para la Tutela de los Menores, cargo en el que la puso Papa, ha causado un impacto muy fuerte.

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Collins denunció su retiro como una protesta ante la impotencia por el saboteo en la Curia Romana (el gobierno central de la Iglesia) a las medidas que, con la aprobación de Bergoglio, la Comisión presentaba a los dicasterios. En particular, Collins puso el dedo acusador contra la Congregación para la Doctrina de la Fe, que hasta 1908 se llamó Santa Inquisición, dirigida por el cardenal alemán Gerhard Mueller. La irlandesa, que dedicó su vida a luchar contra las injusticias de los sacerdotes que abusaron en su país de los menores, dijo que la Doctrina de la Fe bloqueó hasta el funcionamiento de un tribunal ordenado en 2015 por Francisco para juzgar a los obispos que protegen a los abusadores, mandando a una via muerta las investigaciones y procesos.

Francisco con Gerhard Mueller el 17 de noviembre de 2014 (ANSA/CLAUDIO PERI)

“Es devastante”, dijo María Collins, “ver en 2017 que estos hombres de la Curia son aún capaces de dar preminencia a otras preocupaciones en lugar de ocuparse de la tutela de los pequeños y de los adultos vulnerables”.

“Descubrir que en el aniversario de la elección papal un frente interno de la Curia ha sido tan fuerte de imponer un veto a una iniciativa de Francesco (el tribunal a los obispos) resulta inaudito y pone serios interrogantes sobre las relaciones de fuerza dentro de la Iglesia. Suscita la demanda de cuanta fuerza tiene aún el Papa para seguir adelante con las reformas”, escribe un admirador preocupado de Bergoglio como es el vaticanista Marco Politi.

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Politi denuncia que los ultraconservadores han aumentado la lucha para bloquer o al menos ralentizar el curso reformista de la revolución bergogliana. “El choque se hace cada vez más duro”, sostiene.

Otro vaticanista, Luigi Accatoli, escribe en el “Corriere della Sera” que “Francesco desconfia de la Curia y no ha formado un equipo, no delega un real poder en ninguno”. La novedad más fuerte que impuso es el Consejo de Cardenales (G9) que lo ayuda a gobernar la Iglesia.

Accatoli hace una lista de los personajes de la Curia en los que Bergoglio confía. Allí no están los cardenales Gerhard Mueller (Doctrina de la Fe), Robert Sarah (Culto Divino) y Marc Ouellet (Obispos). Pero el aparato de la Curia que resiste los cambios no funciona solo en el vertice de la pirámide. También hay decenas de monseñores, obispos y cardenales en posiciones intermedias capaces de maniobrar, bloquear, desviar las iniciativas del Papa.

Algunos analisista le piden a Francisco que forme un equipo reformista y actúe para quebrar las iniciativas peores de sus enemigos.

El Papa ahora está muy interesado en producir un cambio resonante: hay que nombrar un nuevo cardenal vicario de Roma, que es de hecho el jefe operativo a cargo de la diócesis del pontífice obispo de la Urbe.

El papa Francisco visita el 12/03/2017 en Roma, Italia, la parroquia romana Santa Maddalena di Canossa. (Evandro Inetti/DPA)

Reunido con los párrocos de las más de 300 iglesias de Roma y con los fieles más empeñados del mundo católico local, Bergoglio pidió que ellos le indiquen a quien quieren, y con que características, como nuevo vicario de la diócesis que fue de San Pedro.

Hasta el 12 de abril, los interesados pueden votar en un sobre cerrado que solo verá Francisco, quién después decidirá. Los párrocos creen que ha llegado el momento que las bases de las parroquias sean tenidas en cuenta por la institución. También se debe insuflar de nueva vida al seminario diocesano, semivacío por falta de candidatos al sacerdocio.

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