Gideon Levy: "El gobierno israelí no tiene intención de llegar a una solución con los palestinos"

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Gideon Levy es un periodista israelí tan respetado fuera de Israel como denostado dentro. Héroe para algunos; “villano” para otros. Ya no viaja en un coche blindado y con guardaespaldas como tuvo que hacer en 2014 durante la ofensiva de Israel en Gaza. No porque temiera a los palestinos, sino porque pensó que podrían lincharlo algunos de sus compatriotas, los que vivían en las comunidades del sur, fronterizas con la Franja. Allí fue duramente criticado por denunciar la actuación del ejército y la muerte de civiles gazatíes (el 75% del total, según la ONU).

Asegura que suele equivocarse en sus predicciones, pero la agudeza y suspicacia de sus análisis – incómodos para muchos de sus conciudadanos- y su cobertura para el diario Haaretz del “otro lado”, el de los palestinos, a donde muchos periodistas israelíes “no van”, lo han convertido en un referente no solo de la prensa nacional sino también mundial.

Del gobierno de su país, Gideon Levy dice que es “xenófobo”. Asegura que las últimas leyes impulsadas por el Ejecutivo minan el carácter democrático de un Estado que nació para acoger a refugiados, pero que hoy apuntala los cimientos para levantar lo que, para él, será un Estado del apartheid. Según él, es hora de que la comunidad internacional deje “la palabrería” (es decir, hablar de la solución de los dos Estados) “porque no va a suceder nunca”, y empiece a hablar de la realidad: es decir, un solo país para dos pueblos que convivan de verdad con los mismos derechos.

Usted sigue acumulando premios…

Sí, bueno, solo hago mi trabajo. Somos muy pocos los periodistas israelíes que vamos a los territorios palestinos, al terreno. Siempre me dicen que mis historias son exclusivas, ¡pero es que es muy fácil porque la mayoría de mis colegas no van!

¿Diría usted que sus colegas gozan de la libertad de prensa en Israel?

Hoy tenemos más libertad que antes, pero exceptuando mi periódico, muchos periodistas se aplican la autocensura. Ese es el gran peligro, mucho más que el gobierno nos cierre la boca. Estamos cerrándonos la boca voluntariamente y eso es mucho peor. Casi todos los medios están en manos privadas y eso traiciona nuestra misión. Quieren conseguir lo imposible: satisfacer a los lectores o a la audiencia, no haciéndoles que se enfaden, no contando historias controvertidas. Ahí radica el problema.

Durante la ofensiva israelí en Gaza de 2014 fue una de las pocas voces públicas en Israel que criticó la operación militar. Dijo entonces que lo acosaron por ello. ¿Mantiene el guardaespaldas que llevaba entonces?

No, afortunadamente no. Solo fue durante ese período. Viajaba también en un coche blindado que pagaba el periódico. Llegué a temer por mi vida, sí.

En su columna semanal en el diario Haaretz usted escribe sobre las condiciones de vida de los palestinos bajo la ocupación israelí. En algún editorial, su periódico ha hablado de un cierto “macartismo” gubernamental contra quienes la denuncian. ¿Qué considera está ocurriendo?

Lo que ocurre es que este gobierno no tiene ninguna intención de llegar a ningún tipo de solución con los palestinos y entienden que no podemos seguir en esta especie de limbo temporal. La ocupación está aquí para quedarse y para eso hay que cambiar leyes, normas, prepararse porque no quieren ninguna resistencia. Por eso están combatiendo a pequeños grupos como el movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones).

El gobierno ha aprobado hace poco una ley para denegar la entrada al país y deportar a algunos de estos activistas…

La lucha contra el BDS está tornándose contraproducente para el gobierno. Hoy el BDS es más fuerte que hace dos años en parte por la respuesta tan agresiva de Israel. Lo mismo para Breaking the Silence (ONG formada por ex-militares que denuncian los abusos generados por la ocupación de los territorios ocupados). Usted podría preguntarse: ¿Por qué Israel se preocupa por organizaciones tan pequeñas? Porque quieren matar cualquier tipo de resistencia que persiga evitar crear este Estado del apartheid, un Estado que ya no sea una democracia ni para los judíos…

Según afirman algunos miembros de los grupos que menciona, en Israel hay un proceso de discriminación como el sudafricano en los años 50…

Lo primero que diría es que Israel es hoy el único país del mundo con tres regímenes: uno para los judíos, el cual es bastante liberal y democrático hasta ahora; otro para los palestinos israelíes que son ciudadanos de Israel y formalmente tienen los mismos derechos, aunque en la práctica están profundamente discriminados por ejemplo económicamente; el tercer régimen es la ocupación militar que es brutal y sí, es un sistema de apartheid. Hablamos de un pedazo de tierra para dos pueblos donde uno tiene todos los derechos y el otro ninguno. Si va al valle del Jordán y ve esos maravillosos asentamientos de judíos y junto a ellos a beduinos viviendo sin agua, sin electricidad, sin nada, ¡esto sí es apartheid con todas las letras! Ahora quieren convertirlo en una realidad permanente y así será ese Gran Israel que buscan.

Usted habla de un Estado que incluya a los dos pueblos, pero la mayoría de los israelíes está en contra…

Durante 50 años ya hemos tenido un Estado, no es algo nuevo que tengamos que crear. La Línea Verde (demarcación fronteriza previa a la guerra de 1967) no existe desde hace tiempo. Por eso, tiene que dejar de ser un régimen y convertirse en una democracia. Para aquellos que quieren solo un Estado judío la única solución es la de los dos Estados, pero eso conllevaría evacuar todos los asentamientos y ¿quién va a evacuar a 800.000 colonos? ¡Nadie!

Da por enterrada la vía de la solución de los dos Estados…

Yo estoy a favor de que dividamos la tierra: una parte para un pueblo, la otra para el otro, pero no es realista. Israel nunca ha querido de verdad hacerlo. Era muy fácil para Europa, para la Autoridad Palestina, pero… ¿qué pasa con el 20 por ciento de los palestinos que residen en Israel? No hay solución para ellos porque se quedarían aquí ¿verdad? ¿Y los colonos? Cientos de miles tendrían que ser trasladados y no va a pasar. La gente como yo debería cambiar el discurso internacional, dejar de hablar de la ocupación, de las colonias, un Estado Palestino, etc. Pasemos a hablar sólo de una cosa: derechos iguales para todos. Lo demás, es perder el tiempo.

Y en este juego, ¿qué les diría a quienes opinan que lo que usted propone es imposible por las diferencias culturales o religiosas entre los dos pueblos?

No es solo religión o la cultura, hay mucho odio y miedo por ambas partes. No, no es simple, pero tomemos como ejemplo ciudades mixtas como Haifa o incluso Tel Aviv y Jaffa. No es lo ideal, pero viven juntos. No son iguales, pero tampoco es como en Irlanda donde los católicos y los protestantes vivían en la misma casa. Hay muchos problemas, pero puede ser una salida que nos saque de este limbo. No soy un soñador. Sé que el camino es largo, la historia está contra nosotros, pero es la única forma de tener algún tipo de esperanza.

En Israel la mayoría quiere un “Estado judío”.

Mire, ¿qué teníamos nosotros en común con el millón de rusos que llegó a Israel en los años 90? ¿Qué tenía yo en común con ellos, especialmente con los que no eran judíos, pero también con los que sí lo eran, por ejemplo los de Kazajistán?¡Nada! Mire, esto no es una historia de amor. No tenemos que amarnos y obviamente los palestinos seguirían viviendo en sus ciudades, con sus tradiciones. En Ramat Aviv no nos parecemos tanto a la gente de Yenín ¿y qué? La alternativa es no hacer nada… Y para aquellos que no quieren mantener una mayoría judía en el país, un dato: hoy ya vivimos al 50 por ciento (israelíes y palestinos) entre el río Jordán y el Mar Mediterráneo si incluimos la Franja de Gaza, porque no se puede excluir Gaza por mucho que quiera Israel. Gaza es parte concreta de Palestina.

El ISIS está cada vez más acorralado, pero ya nos advierten de que el fin del califato no implicará necesariamente su desaparición. ¿El terrorismo internacional que hemos visto en Francia, Alemania o Reino Unido está aquí para quedarse?

Nadie vio que el ISIS podía llegar al poder y nadie sabe cuál será la siguiente fase. El terrorismo estará en los próximos años y décadas. Se le llamará de una forma u otra, pero se quedará porque es el arma de los más débiles. No lo justifico, pero no olvidemos que el Estados Unidosha matado a más gente que el Daesh (acrónimo en árabe para el grupo yihadista ISIS). Israel ha matado a mucha más gente que la OLP, Hamas o Hezbollah. No olvidemos eso.

La violencia terrrista sigue provocando la huída de miles de refugiados en Irak o Siria. Su familia también lo fue…

Sí, como mucha gente en este país. Siempre hablo de mi padre como un refugiado. Él le dijo adiós a mi abuelo en 1939, yo aún no había nacido, nunca volvió a verlos. Pasó medio año en un barco a la deriva, los británicos no los dejaron entrar en Palestina. Fue arrestado y llevado a un centro de detención en Beirut, lo que nos recuerda mucho a lo que pasa hoy. En Alemania él era joven, con un doctorado en derecho. Con los nazis tuvo que dejar todo, a sus padres, su novia, venir a Israel y ser nada. Vivió aquí 60 años, pero nunca halló su lugar.

Y en un país que se creó precisamente para acoger a refugiados, ¿qué le parece que Israel no haya abierto sus puertas a quienes han huido de la crisis siria?

Cualquier judío debería recordar su pasado. Los judíos eran refugiados en los años 30 y fueron rechazados en muchos países. No hay diferencia con los que hoy vienen de África o Asia. Esperaba que Israel fuera más generoso a la hora de abrir sus fronteras. Es cierto que tampoco pueden abrirse de una forma ilimitada, pero hay un deber para los países más ricos del mundo. No podemos cerrar nuestras fronteras si esa gente es enviada directamente a la muerte.

¿Cree usted que eso puede estar relacionado con el hecho de que muchos de los refugiados son musulmanes?

No. Mire, a Israel han llegado eritreos, que son cristianos y no son mejor aceptados que los sudaneses, musulmanes. Hay que señalar que Israel discrmimina como muchos países en Europa. La diferencia es que en Israel el racismo se construye desde el propio sistema. No es solo la extrema derecha, hay algo básico en el sentimiento de que somos el pueblo elegido, somos las mayores víctimas de la historia lo que nos permite olvidar nuestro propio pasado. Israel absorbió a un millón de rusos en los ños 90. Más de la mitad de ellos no eran judíos. A Israel le dio igual, ¿por qué? Porque eran blancos. Los eritreos y los sudaneses claramente no lo son.

La baza del miedo a los refugiados triunfó en Reino Unido con el Brexit. Marine Le Pen la juega y afirma tener opciones en Francia. ¿Le ve futuro a la Europa que conocemos hoy?

No creo que estemos en el proceso de algo terrible. Mire, pensamos que (Geert) Wilders saldría elegido en Holanda y no ha pasado. Tampoco creo que Le Pen vaya a salir en Francia porque hay siempre un último momento en el que la gente dice “No, esto es demasiado”. Hasta ahora, excepto por Donald Trump, ningún político de extrema derecha lo ha logrado, lo mismo para Alemania. Es cierto que los nacionalistas racistas intentan, de una forma muy cínica, ganar rédito político a través del miedo a los refugiados. El método es muy parecido, aunque no se pueda comparar, al que utilizó Hitler con los judíos. Demonizándolos ganó popularidad y lo mismo pasa ahora. Creo que Europa es lo suficientemente sólida y fuerte todavía. Y no olvide una cosa, la economía va bastante bien…

Hablando del presidente Trump. ¿Cómo ve la situación de Oriente Medio con la nueva Administración?

Esa es la gran pregunta. Trump parece ser un hombre ignorante y racista. Pero en lo que se refiere a Oriente Medio debemos ser prudentes. En sus primeros cien días no ha cometido grandes errores y parece dispuesto a presionar a Israel después de 8 años de Barack Obama, el gran liberal, el presidente que comparó a los palestinos con los esclavos negros de los EE.UU. y que al final no ha hecho nada por ellos.

Los representantes que Trump ha nombrado en la ONU o en su embajada en Israel ya indican la dirección de su política en esta zona…

El antiguo embajador en Israel, el de Obama, era también judío, sionista y pro-asentamientos. Los embajadores no son importantes en ningún caso, pero tomemos como ejemplo el de Trump, Jason Greenblatt. Cuando lo vi la primera vez pensé: “Lleva una kipá, seguro que apoya la construcción de asentamientos y es un derechista”. Pero entonces vino y visitó un campo de refugiados. ¿Cuándo hemos visto a un enviado norteamericano en esta zona visitando un campo de refugiados y hablando allí con la gente? ¡Nunca! Quizá al final no signifique nada. Pero ¡démosle una oportunidad!, porque lo que había antes ya lo conocemos y no funcionó.

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