La justicia apunta al sector de los bancos por la corrupción en Petrobras

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Con el fin de una primera etapa del Lava Jato, donde entraron en el ojo de la justicia los sobornos de las constructoras brasileñas, hay indicios de que se avecina una segunda fase de las investigaciones de corrupción. Esta vez el foco estará en el sistema financiero brasileño. El dato relevante que confirman esas presunciones viene del ex ministro de Hacienda, Antonio Palocci, hombre de gran poder durante el primer gobierno de Lula da Silva. Está preso desde septiembre último y negocia, desde hace dos semanas, acogerse a la delación premiada ante las huestes de fiscales que actúan para el juez Sergio Moro.

En una reunión que tuvo en Curitiba con la fuerza de tareas que investiga el escándalo de coimas en la estatal Petrobras, el ex funcionario indicó que podrá hablar, largo y tendido, de la corrupción que envuelve al sistema financiero local, más precisamente a los bancos.

Palocci fue detenido al ser acusado de recibir coimas para actuar a favor de la constructora Odebrecht, a lo largo de un período que se extendió de 2006 a 2013. Pero las delaciones de los 78 ex ejecutivos del grupo tornaron, en la práctica, innecesario cualquier relato referido al holding y a Petrobras. En cambio, el sector bancario local puede dar al ex ministro de Hacienda del PT una atajo perfecto para recibir los beneficios de la delación y salir de la cárcel lo antes posible. Los abogados de Palocci presentaron al Supremo Tribunal de Justicia (STJ), que no es la Corte, un pedido de liberación del político petista. Y hoy miércoles será ese tribunal el que decida si es tiempo o no de sacarlo del presidio, donde se encuentra también el heredero de Odebrecht, Marcelo. Los defensores del ex ministro no confían en que le den la salida. Especialmente por las nuevas revelaciones de la constructora brasileña que lo involucró directamente como uno de los grandes gestores de los recursos para campañas electorales. Según se dijo, habría recibido en total unos 45 millones de dólares que fueron transferidos en distintos momento al Partido de los Trabajadores.

Cuando tras la operación Omertá de la policía federal brasileña fue detenido Palocci, en el mundo bancario brasileño hubo un cimbronazo. Temían ya, en aquel momento, que el hombre que tuvo más contactos con ellos, desde tres gobiernos petistas, podría llegar hablar mucho, “tal vez más de lo necesario”, según indicaron fuentes brasileñas. Claro que el nuevo caso podrá ser abonado por la fértil relación de los bancos brasileños con las empresas que estuvieron involucradas en el Lava Jato. Así lo revelaron los medios brasileños el fin de semana.

El abogado que defiende a Palocci, José Roberto Batochio, negó que su cliente vaya a adherir a la delación premiada. “No voy a comentar esto porque desconozco esa información”, declaró. Sin embargo, la prensa local considera que esta semana la temperatura en el sector puede subir. Y menciona que los eventuales testimonios del ex ministro ya provocan ansiedad en los estamentos jerárquicos de los bancos y del sistema en su conjunto. Todo esto depende, desde luego, de la presión que el mundo de las finanzas pueda ejercer no tanto en el detenido como en quienes lo quieren indagar. El juez Moro y su equipo de fiscales tuvieron suficiente respaldo como para emprender su cruzada contra Odebrecht y las empresas constructoras que se aliaron a ese grupo para obtener grandes ventajas. Si prospera la indagación de eventuales irregularidades cometidas por las instituciones financieras brasileñas, querrá decir que Moro conserva intactos los factores que le permitieron derribar, en la práctica, uno de los mayores conglomerados empresariales del país. Claro que, en un sentido figurado, “ladrillos” no tienen el peso de poder que “finanzas”.

En una entrevista concedida al diario Valor Económico, el decano de los empresarios de la construcción, Murillo Mendes –cuya empresa cayó bajo las redes de Moro y está en recuperación judicial— dijo que el “régimen” que regía hasta hace dos años “colapsó”. Se refería al sistema de prebendas a políticos que permitió un notable crecimiento a un sector del mundo empresarial. Pero también admitió no saber “qué viene ahora”

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