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Los holandeses dijeron este miércoles no a la ultraderecha y pusieron el primer freno en la ola populista que arrancó con el ‘Brexit’ en el Reino Unido y siguió con la elección de Donald Trump en Estados Unidos. Los temores de que los Países Bajos se convirtieran en la primera ficha de un dominó populista que arrasaría este año las democracias de Europa occidental se convirtieron en un globo pinchado en el caso holandés.
A la espera de los comicios presidenciales de Francia en abril y legislativos de Alemania en septiembre, los holandeses dieron al ultraderechista ‘Partido de la Libertad’ del xenófobo Geert Wilders 19 diputados en un parlamento de 150, según una proyección de la televisión pública NOS al cierre de esta edición. Así quedaba tercero detrás de los demócrata cristianos con 20.
Es una subida de diputados desde 2012 pero ni siquiera alcanza los 24 que obtuvo en 2010. Y es una derrota si se tiene en cuenta que durante meses Wilders lideró los sondeos y que a finales del año pasado superaba el 30% en intención de voto y aspiraba a acercarse a 40 diputados. El resultado es un alerta para la ultraderechista francesa Marine Le Pen que iba por el mismo camino de Wilders y quizá esto que sucedió en Holanda anticipe también un similar destino.
La victoria finalmente fue para los liberales de derecha del primer ministro saliente Mark Rutte con 32 diputados. Rutte pierde nueve bancadas pero su partido es claramente la primera fuerza y debería encabezar el próximo gobierno. Rutte dijo cerca de la medianoche que el resultado era “la derrota del populismo”.
Tras los liberales de Rutte y emparejados con la ultraderecha aparecen los democristianos de la CDA con 20 diputados, los liberales progresistas de D66 con 18 diputados y muy cerca los ecologistas con 14 –venían de 4 diputados en 2012-. Tanto los liberales progresistas como los ecologistas son abiertos en materia migratoria y defensores de una mayor integración europea.
Mientras Wilders quedaba con 4 diputados menos que en 2010, partidos tolerantes y europeístas como D66 y los ecologistas conseguían fuertes subidas, de 5 y 11 bancadas respectivamente.
Los socialdemócratas, segunda fuerza política en 2012 con 38 diputados y socios del gobierno saliente se hundieron hasta los 9 diputados. Es su peor resultado desde 1909.
Fueron incluso superados por la izquierda radical del SP, que obtuvo 14 diputados. En el Parlamento holandés habrá 4 diputados de un partido animalista y 3 diputados de una escisión del laborismo formada básicamente por holandeses de origen turco. La participación subió ocho puntos con respecto a 2012 hasta el 82% y en algunas grandes ciudades se permitió votar tras el cierre electoral a las 21:00 horas porque seguía habiendo colas. Es la mayor participación de los últimos 31 años.
Estos resultados harán que el próximo Ejecutivo, como es tradición en los Países Bajos, esté formado por varios partidos. Las negociaciones en 2012 se alargaron más de cuatro meses y la media en las últimas décadas es que pasen al menos 100 días de negociaciones hasta formar gobierno.
El voto obligará a reunir al menos cuatro partidos. El liderazgo de los liberales de Rutte y el hundimiento de los socialdemócratas dará pie a una coalición más liberal y conservadora sin el peso más progresista que le daba la socialdemocracia.
El resultado electoral permitiría una gran coalición de centro-derecha que sumara a los liberales de Rutte, a los democristianos y a los liberales progresistas. Sumarían 70, a seis de la mayoría absoluta, que podrían completar los socialdemócratas o los ecologistas.
A pesar del buen resultado de los ecologistas, los tres partidos de izquierda –socialdemócratas, socialistas y ecologistas- suman 38 diputados, apenas el 25% del total.
Europa miraba anoche a los Países Bajos con la esperanza de que los sondeos fueran correctos y Wilders quedara laminado. El país es socio firme de Alemania en los debates europeos y su peso en la UE es mayor que el que aportan sus 18 millones de habitantes –en un bloque de más de 500 millones-. Socio fundador de la UE, los holandeses han sido durante los años de la crisis duros en materia fiscal y su impulso europeísta de hace décadas ha ido perdiendo impulso, pero su voz sigue teniendo mucho peso en Bruselas. La economía holandesa crece poco más de 2% y su desocupación es del orden de 5%.
Dos de los altos cargos más influyentes del bloque –el vicepresidente de la Comisión Europea Frans Timmermans y el presidente del Eurogrupo Jeroen Dijsselbloem- son holandeses. Paradójicamente los dos son miembros del Partido Socialdemócrata, el gran derrotado anoche. El presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker dijo anoche que el resultado era “un voto a favor de Europa y en contra de los extremistas”.
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