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Los ambientalistas de Estados Unidos, y de gran parte del mundo, se mostraron sorprendidos e indignados con la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de desmantelar el plan de su antecesor destinado a detener el calentamiento global. Diferentes agrupaciones y decenas de Estados norteamericanos ya anunciaron que iniciarán una batalla judicial para frenar la embestida del magnate.
Los ambientalistas, que han contratado a decenas de nuevos abogados y llevan meses recaudando dinero, combatirán una amplia una amplia orden ejecutiva que firmó Trump el martes, que elimina muchas restricciones a la producción de combustibles fósiles. Sin embargo, afirman que su primera lucha será en el tribunal de la opinión pública.
En forma paralela, el fiscal general del estado de Nueva York, Eric Schneiderman, se puso a la cabeza de una coalición de 23 estados, ciudades y condados del país, que buscará proteger a los ciudadanos de aquellas acciones del presidente “que ignoran tanto la ley como la importancia crítica de enfrentar la verdadera amenaza del cambio climático”.
Trump firmó el martes una orden ejecutiva que desarma el Plan de Energía Limpia impulsado por Barack Obama, a través del cual se buscaba limitar las emisiones de gases de efecto invernadero en las plantas termoeléctricas que utilizan carbón. El argumento del mandatario fue que así reavivará la industria del carbón y creará empleos, y proclamó que esto significaba “el comienzo de una nueva era” en la producción energética.
Trump cumplió así con una de sus promesas de campaña, de desechar los planes de Obama para frenar el calentamiento global. La orden pide suspender, anular o evaluar más de media docena de medidas a fin de impulsar la producción energética nacional en el rubro de combustibles fósiles.
“De esto es lo que se trata: Volver a tener nuestros trabajos, volver a tener sueños y volver a hacer rico a Estados Unidos de nuevo”, afirmó Trump durante una ceremonia en la sede de la Agencia de Protección Ambiental, a la que asistieron muchos mineros de carbón.
El magnate inmobiliario sostiene que el calentamiento global es “una farsa” inventada por los chinos, y ha calificado la norma sobre plantas termoeléctricas como un ataque a los trabajadores estadounidenses y la industria del carbón. Lo único que aún no se tocó fue el Acuerdo de París sobre el cambio climático, aunque el tema está siendo evaluado por el gabinete de Trump.
Sin embargo, los grupos ecologistas y algunos grandes Estados -especialmetne Nueva York y California-, prometen combatir la iniciativa gubernamental. “Enfrentar la fuente más grande de contaminación de carbono de nuestro país es esencial para mitigar el creciente daño del cambio climático a nuestra salud pública, al medioambiente y a las economías”, declaró la coalición liderada por el fiscal neoyorquino Eric Schneiderman.
La oficina del fiscal recordó que el Plan de Energía Limpia de Obama, que fue lanzado en 2015 con el fin de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de las centrales eléctricas, es “la culminación de un esfuerzo de una década” para establecer límites en la cantidad de contaminación que pueden emitir las plantas de energía.
Forman parte de esta alianza fiscales generales de Nueva York, California, Connecticut, Delaware, Hawai, Iowa, Illinois, Maine, Maryland, Massachusetts, Nuevo México, Oregón, Rhode Island, Vermont, Virginia, estado de Washington y el Distrito de Columbia.
Las agrupaciones ambientalistas, en tanto, tienen previsto colaborar entre sí para movilizar a la población en contra del decreto y convencer a los legisladores de oponerse a Trump. “Nuestra estrategia es sencilla, llamar la atención sobre lo que ocurre y movilizar al público contra estos retrocesos que amenazan la salud de nuestros hijos y el clima”, señaló Jeremy Symons, vicepresidente del Environmental Defense Fund.
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