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Bellos, confortables y a tono con las exigencias de la Fifa, los estadios mundialistas que construyó Brasil para albergar la Copa de 2014 no se salvan de ser escrutados por los fiscales del Lava Jato. La mitad de los doce que fueron hechos a nuevo tuvieron que padecer la voracidad de algunos gobernadores, parlamentarios y políticos. Es el caso del más emblemático: el Maracaná. Aquel donde Brasil perdió ante Uruguay en la final de 1950. Y el mismo donde Argentina se tuvo que consolar con ser subcampeón por la derrota frente a Alemania.
Ese campo de fútbol, amado por los cariocas y por gran parte de los brasileños, escondió en su construcción gruesas coimas pagas, al parecer, al ex gobernador fluminense Sergio Cabral. El hombre hoy está preso por cuestiones tanto o más pesadas que esa. Por medios delictivos logró enancarse en lo más alto de la clase de brasileños muy adinerados. Con esos antecedentes, y testimonios realizados por los ex ejecutivos de la constructora Odebrecht –protagonista del caso de corrupción en Petrobras- el juez de la Corte Suprema Edson Fachin trasladó a la justicia de Río de Janeiro la investigación de las denuncias.
Se basan, según indicaron los medios, en las declaraciones de 5 miembros de Odebrecht que se atuvieron a las delaciones premiadas. Uno de ellos, Benedicto Barbosa da Silva Júnior indicó que “a pedido del gobernador Cabral tuvo que ser incluida en el consorcio constructor una empresa llamada Delta”. Y no sólo esto. También reseñó que Cabral había “pedido” dinero a cambio de dejarlos comandar las obras. Las informaciones provistas por estos ex ejecutivos revelarían que unos 60 millones de dólares fueron “transferidos” a las cuentas de Cabral y de su sucesor y amigo Luiz Fernando Pezao. En este último caso, el dinero habría servido para financiar las elecciones a gobernador de octubre de 2014. Los sobornos no quedaron solo en las altas esferas. Se afirma que hasta un juez del Tribunal de Cuentas fluminense recibió las “donaciones” correspondientes. Para tener una idea de las magnitudes de dinero que generó ese estadio, vale la pena recordar que de los costos del Maracaná treparon de 280 millones de dólares, previstos originalmente, a 400 millones finales.
La Arena Corinthians de San Pablo, llamada corrientemente el “Itaquerao”, figura entre las estrellas que brillaron en el mundial. A este majestuoso estadio le correspondió la Fiesta de Apertura de la Copa. Según dicen, este caso fue abierto por el fallecido magistrado de la Corte Teori Zavascki, quien murió en enero en un accidente aéreo. Ahora lo sigue su sucesor Fachin, pero las tramoyas que se tejieron alrededor de su construcción siguen en secreto. Uno de los acusados de haber recibido sobornos de manos de Odebrecht, que se hizo cargo del fastuoso emprendimiento, es un diputado del PT que fue presidente del club Corinthians. Se trata de Andrés Sanchez. De acuerdo con Marcelo Odebrecht, el negocio fue “acordado informalmente” en una cena que realizó en su casa, tres años antes de la competencia internacional. En ese ágape estuvieron, entre otros, el gobernador paulista Geraldo Alckmin y el intendente de San Pablo Gilberto Kassab. También se vio allí al ex titular del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social Luciano Coutinho, quien debía poner el dinero para la financiación de esa arena. El Mané Garrincha, construido en Brasilia –donde se afirma que si algo falta son equipos locales que usen ese campo de fútbol-, cumplió a rajatabla con los requerimientos de la Fifa. Quienes pasaron por ese estadio pudieron deleitarse con la construcción. Los de Odebrecht dijeron que en esa obra tuvieron que pactar con su ex socia en esta clase de delitos Andrade Gutiérrez. La propuesta que hicieron favoreció a esa constructora. Otros estadios en la mira son los de Fortaleza, Recife y Manaos.
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