El joven de 20 años sospechado del asesinato de Emanuel Portillo (21) fue detenido y acusado de “homicidio con ensañamiento” durante una audiencia ante el juez de Instrucción 4, Miguel Ángel Faría. El acusado se abstuvo de declarar y seguirá en prisión.
El viernes 30 de diciembre, Portillo desapareció durante 24 horas, por lo que su madre, María Alejandra Benítez (38), presentó una denuncia en la comisaría local. Ella y su familia buscaron al joven durante todo el día y la noche, hasta que finalmente lo encontraron a la mañana siguiente en un tacuaral a pocas cuadras de su casa.
El cuerpo de Portillo presentaba heridas de arma blanca en la espalda, el pecho, las piernas y las nalgas. La autopsia reveló múltiples lesiones punzo cortantes, muchas de las cuales afectaron órganos vitales. El cuerpo estaba semidesnudo, con solo una remera azul manchada de sangre, mientras que el resto de sus prendas, como la ropa interior y el pantalón, estaban enterradas a unos 20 metros de distancia.
El día siguiente, los efectivos encontraron el arma blanca sospechosa oculta en un árbol a 700 metros del lugar del crimen. También encontraron una mochila escondida en el tronco del árbol, que contenía un cuchillo de carnicero con empuñadura de plástico blanco y una tenaza.
Las pericias telefónicas también comprometieron al sospechoso, aunque no se revelaron más detalles sobre cómo se relacionan con el crimen.
Una vez que comenzó la investigación, surgió como primer sospechoso un amigo que estaría vinculado sentimentalmente a Portillo. Por orden del juez Faría se allanó su vivienda y se le incautó su teléfono celular.
En el móvil los efectivos de la Dirección Cibercrimen habrían encontrado un diálogo comprometedor entre el ahora imputado y quien sería un amigo.
En la primera conversación registrada ese jueves 29 de diciembre, apenas pasadas las 10, el acusado habría dicho “tengo que cortar, ahí viene en bici”, en lo que se cree se refería a la víctima. Luego pasaron tres minutos y el presunto asesino hace un pedido de ayuda a su supuesto amigo “podés venir a buscar y esconder la bici”, tras lo cual se habría cortado todo tipo de comunicación. No se descarta que esa última frase era con la finalidad de ocultar pistas.
Por este intercambio de palabras desde la investigación creen que “Ema” fue masacrado en apenas tres minutos. Un ataque sorpresivo, rápido, certero y mortal y que se habría perpetrado prácticamente en el mismo lugar donde luego hallaron su cuerpo. Es que la multiplicidad de lesiones que presentaba le impidieron desplazarse para escapar. Por el análisis de las manchas de sangre en la escena estaría prácticamente descartado que fue agredido en otro lugar.
La persona que hacía de receptora del llamado del sospechoso fue citada a declarar en calidad de testigo y habría aportado valiosa información en el marco de la causa.
En cuanto a la bicicleta de la víctima, tal como reflejó este Diario, fue hallada a 1.100 metros de la escena del crimen. Es una rodado 29 “Thunder” negra con letras verde claro y que se la habría prestado a “Ema” una tía, en virtud de que le habían robado la suya una semana antes. Acerca del móvil del crimen, aún no fue establecido en forma fehaciente, sin embargo no se descarta que pudo ser premeditado, ya que el joven habría sido citado por el ahora detenido.
Dicho encuentro pudo ser con varios fines. La sospecha de que existió un abuso sexual es porque “Ema” estaba semidesnudo. Por ello se le hicieron exámenes forenses complementarios.
Con información de PE