La tragedia de Micaela y los oportunistas de siempre

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Micaela García ya no le puede decir a sus papás que los ama. Tampoco Soledad Bargna. Tampoco Tatiana Kolodziey. Las tres murieron de la misma manera, atacadas por violadores que tenían que estar presos. Los jueces que decidieron liberarlos, llámese Axel López, llámese Carlos Rossi, cargan con la cruz por esas decisiones. Ya tienen sobre sus espaldas la peor condena: la social.

Hoy salen a hablar todos en fila. Los dirigentes políticos que cuestionan el garantismo y le echan la culpa de todo a Zaffaroni. Los oportunistas de siempre. Aquellos que cuando estuvieron en la función pública esta misma realidad les explotaba en la cara y se hacían los distraídos. Los que se apropian del pensamiento de “la gente” y sólo tocan música para sus oídos. Los que promueven la “mano dura” y ni siquiera se dignan a enseñarles a sus hijos que tienen que decir “por favor” y “gracias”, que existe algo muy preciado, aunque hoy devaluado, que se llama respeto por el prójimo.

Es imperdonable, intolerable, que sigan repitiéndose casos como los de Micaela, como los de Soledad, como los de Tatiana. El tiempo va pasando y todos se quedan en los discursos de ocasión. Sus familiares van poniendo las mismas palabras a su mismo dolor: “Que sirva para algo”. Los jueces, los dirigentes políticos, los funcionarios, están frente a la gran posibilidad de brindar las herramientas para que esto no pase más. Un violador reincidente no puede salir de la cárcel.

Micaela luchaba por sus ideales, era una mujer solidaria. Tenía apenas 21 años. Su memoria merece que, de una vez por todas, los gobernantes y quienes administran justicia se den cuenta del rol que tienen que cumplir, para que los medios no tengan que titular, nunca más, “una tragedia anunciada”. Si no lo entienden, todo lo que generó este caso no servirá de nada. No anuncien medidas que después quedan en la nada. Es ahora o nunca. No desaprovechen la oportunidad.

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