Un delito que sólo se denuncia cuando hay heridos y muertos

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La pena es excarcelable, las víctimas rara vez denuncian, las propiedades no tienen papeles y las casas obtenidas pueden venderse luego a 20 mil, 50 mil u 80 mil dólares. El delito de la usurpación de viviendas en la villa 1-11-14 parece no tener contras.

El perfil de las víctimas, según pudo saber Clarín, suele ser el mismos: vecinos de la comunidad boliviana.

“Se trata de un delito en negro”, explica Fernanda De Oliveira, abogada especialista en la comunidad boliviana. Y argumenta: “Sólo hay denuncia si el delito termina con heridos o muertos, y el que la radica es el hospital. Esto es histórico, pero se incrementó mucho desde 2014. La 1-11-14 es el barrio con más casos de usurpaciones”.

La abogada cuenta cómo funcionan: los usurpadores entran a la casa armados y se llevan todo lo de valor. Y se van con una advertencia: en dos o tres días volverán y la casa tiene que estar deshabitada.

“Ha habido casos de viviendas que fueron usurpadas dos o tres veces”, dice. También cita el caso del edificio cuyos departamentos están todos copados. Y señala que antes los ejecutores eran bandas de peruanos y paraguayos que contrataban a argentinos a cambio de un porcentaje de la futura venta del inmueble. Pero que en 2016 los que se caracterizaron por este delito son grupos de jóvenes argentinos, también vecinos de la villa.

“Se trata de bandas que son muy violentas. Y la comunidad es muy sumisa, miedosa. Prefieren perder la casa antes que tener más problemas. Hay casos de vecinos que intentaron interceder, o le dieron alojamiento a las víctimas y se convirtieron en las siguientes víctimas. La población boliviana está dejando la villa. O se mudan a Villa Celina, o directamente se están yendo a San Pablo, Brasil”.

Un vecino de la 1-11-14 cuenta que las bandas que usurpan las casas las refaccionan y las usan de aguantadero y paran ahí mismo. También se dedicarían al robo, al micro tráfico de drogas y a otro negocio: el de la instalación trucha del servicio de cable en el barrio.

“Hace tres semanas le coparon la casa a una mujer que vendía cocaína. En la misma semana usurparon otra de la misma cuadra. Y a un paraguayo le tocaron el timbre y le dijeron que tenía cinco días para irse. Las víctimas mandaron a las mujeres de la casa a lo de un familiar y se armaron y los esperaron. Cuando fueron a la casa, se armó un tiroteo”, explica.

Un delegado de la villa agrega otra opción de usurpación: la banda entra, desvalija la casa y les exige a sus ocupantes dinero para abandonarla y que puedan volver. “Hay gente que no puede irse de vacaciones o que sale lo menos posible de su casa”, explica. Cuenta que en alguna época había bandas que mantenían a raya a los usurpadores. Pero luego se fueron y llegaron las fuerzas de seguridad, que nunca lograron frenar las usurpaciones de casas. “Los policías y gendarmes están adentro del barrio, pero todo sigue igual”, concluye el delegado.

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