La Política Agrícola Común se decide este año en Francia

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En Francia hay elecciones presidenciales este año, la primera vuelta el 23 de abril y la segunda el 7 de mayo. Los candidatos que disputan efectivamente la contienda son Emmanuel Macron, ex ministro de Economía de François Hollande, y Marine Le Pen, del Frente Nacional (FN).

En los últimos dos meses han crecido notablemente las posibilidades electorales de Marine Le Pen, que ha pasado de 32% de intención de voto en la segunda vuelta a 42% y 45% en ese periodo.

Si Le Pen es elegida presidente de Francia el 7 de mayo sería el fin de la Unión Europea (UE) surgida del Tratado de Roma de 1957, y desaparecería el sustento de la Política Agrícola Común (PAC).

La PAC representa 40% del presupuesto de la UE, una cifra de más de 375.000 millones de euros entre 2014 y 2020 (U$S 415.000 millones).

Francia es la clave de la PAC y su principal beneficiaria. Recibirá 19.000 millones de euros entre 2014 y 2020 (U$S 22.000 millones), en carácter de subsidios a la actividad agrícola (10% de la producción europea), por un valor de 75.000 millones de euros y exportaciones por 60.000 millones.

Lo característico de la PAC en Francia es que destina 70% de sus recursos a subsidiar a las grandes unidades productivas, altamente capitalizadas, que son las responsables de 80% de las exportaciones. No hay razón económica que justifique esta protección.

El saldo – 25% del total – se orienta a financiar el cuidado del medio ambiente y la seguridad alimentaria, y se centra en las pequeñas unidades productivas de escaso o nula competitividad.

Las ganancias de las pequeñas empresas disminuyen cada vez más ante el peso hegemónico de las grandes cadenas de supermercados que controlan la totalidad del consumo, y que presionan hacia abajo los precios de compra para mejorar sus márgenes comerciales.

La PAC no es una política más entre otras de la autoridad de Bruselas. Es la condición que impuso De Gaulle a la cabeza de la 5º República para incorporar a Francia a la UE.

La vigencia de la PAC es la razón fundamental por la que el Mercosur y la UE negocian infructuosamente un acuerdo de libre comercio desde hace 19 años.

Francia se opone al ingreso en gran escala de la producción alimentaria de Brasil y la Argentina al mercado europeo. Lo hace porque la producción del Mercosur es inmensamente más competitiva que la francesa.

Lo notable es que en 2017 no está en juego sólo la PAC si no el destino europeo. Sin Francia, la UE ha terminado, y en adelante Europa se concentra excluyentemente alrededor del núcleo alemán de producción industrial altamente especializada, que incluye no sólo a la República Federal sino también a los países en los que despliega sus cadenas transnacionales de producción: República Checa, Eslovaquia y Polonia. Hay que agregar también a Holanda y probablemente a Suecia.

El peso del lobby agrícola alemán es irrelevante. Todo está centrado en Alemania en la manufactura de alta tecnología, y su principal socio comercial es China.

Brasil y la Argentina tienen un interés particular en las elecciones francesas del 23 de abril y el 7 de mayo, que son las más trascendentes de la historia de la experiencia de unidad europea, que quizás podría terminar este año.

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