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Parecen dos noticias contradictorias, pero en realidad, son complementarias. En un momento en que resulta preocupante la caída del consumo de ropa y calzado y bajan las ventas en los shoppings, el denim aparece como motor de la industria textil. A esto concluyen profesionales del sector jeanswear, expertos en la confección, procesos de lavado y diseño de la prenda más democrática y vendida del planeta.
Describe Carlos Peñarrocha, director comercial de Alpargatas: -En Argentina se venden 50 millones de prendas por año.
-La producción de jeans creció sostenidamente en la última década, en la que se invirtieron 124 millones de dólares en el sector.
-Desde 2009, aumentó un 20,9% la mano de obra en las fábricas. Si se suma el empleo indirecto generado por la industria, los puestos de trabajo totalizan 9464, en 2015. Ese año se llegaron a producir 62 millones de metros de denim.
-Durante 2016, en cambio, cayeron las ventas y crecieron las importaciones de telas (54%) y prendas (87%). Esto desaceleró los planes de inversión y generación de empleo en el sector.
Completa el panorama Maximiliano Jeannot, Ceo de Procesadora Centro, uno de los lavaderos de denim más importantes de la Argentina: “Nosotros hacemos 7000 pares de jeans por día. Es increíble la cantidad de mano de obra que genera el denim. Requiere un proceso muy artesanal”. Ahora producen menos que antes porque se diseñan jeans más elaborados, que demandan más tiempo de producción. “Hace dos décadas, todo era más sencillo: se hacía un stonewash y nada más. Actualmente hay más competencia, desarrollo, y no tanto consumo. Pero una historia no se puede medir por uno o dos meses de baja. Nuestro mercado interno creció y también la cantidad de gente que estudia diseño. Es sorprendente el nivel de nuestros diseñadores y su creatividad. Hoy no existe una marca importante que no tenga jeans. Una marca se recibe de marca cuando logra un buen producto en denim. Ahí pega el salto”, asegura.
La revolución del denim se advierte, especialmente, en las tecnologías que ayudan a reducir el impacto ambiental. “Es inimaginable la cantidad de litros de agua que se emplean durante su producción. Antes se trabajaba con lavaderos gigantes, donde entraban 300 jeans, por ejemplo, que se llenaban de agua para hacer los distintos enjuagues -continúa Jeannot-. Ahora invertimos en máquinas que ahorran agua durante el proceso. Tenemos que lograr que su lavado sea sustentable porque no se puede omitir ese paso. Si no se lavaran, todos serían azul oscuro”. Por esa razón, ahora hay máquinas de nanoburbujas y ozono para facilitar la limpieza del colorante índigo y reemplazar el uso de productos químicos como hipoclorito de sodio o permanganato de potasio, muy contaminantes para el medio ambiente. “Con la máquina de ozono se reducen al máximo los afluentes, ya que no necesita agua ni enjuagues posteriores”, explica Paola Llobell, de Procesadora Centro. ¿Ahorro estimado? Cincuenta litros de agua y 0,7 Kw/h de energía por prenda. Con la máquina de nanoburbujas, similar a un nebulizador, se logra un ahorro de 95% de agua, 50% de productos químicos y 79% de energía. El láser es otra técnica que revolucionó al lavadero del jean. “Imprime sobre la prenda los efectos de gastado y envejecido que antes se lijaban a mano”, agrega Alejandro Ogando, diseñador de indumentaria especializado en producto denim.
Las telas que parecen viejas hoy están de moda. Según Tavex by Santista, otra de las mayores productoras de denim, también son tendencia los diseños reciclados, la mezcla de colores saturados y vibrantes, las prendas “antiguas” (lavadas a mano, rotas en lugares impensados, nevadas, oversize) y la combinación con gabardina, detalles bordados y estampas como si fueran pinturas hechas con láser. El denim ya no es más una tela para hacer jeans. Como un dios de la moda, está en todo.
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