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Hasta avanzados los ’90, cuando no había posibilidades de seguir un partido ni sus estadísticas desde la pantalla de un teléfono, los equipos de la NBA mandaban gente a las competencias internacionales para que descubrieran figuras con potencial para la mejor liga del mundo.
En 1997, R.C. Buford -entonces jefe de reclutadores de San Antonio Spurs- aterrizó en Melbourne para asistir a un Mundial Sub 23. Argentina llevó a ese torneo un plantel que sería base de su Generación Dorada. El base tucumano Lucas Victoriano y el pivote cordobés Fabricio Oberto eran las figuras de aquel equipo que dirigía Julio Lamas. “¿Los vio? ¿Qué opinión tiene de ellos?”, le preguntó un periodista argentino a Buford.
“Son muy buenos jugadores, pero el que más me gustó es uno al que llaman Manu”, respondió el actual número dos de la franquicia texana.
La notable carrera de Emanuel Ginóbili en la NBA es consecuencia directa de dos aciertos iniciales: el de Buford al elegirlo y el del propio bahiense al decidir que fuera San Antonio y no otra ciudad más taquillera su puerto de desembarco en la NBA. Manu está por cumplir 40 años (los festejará el 28 de julio, seguramente en nuestro país porque vendrá a la despedida de Leo Gutiérrez). Una y media de sus cuatro décadas las pasó en los Spurs, con Gregg Popovich como entrenador. Popovich, cinco anillos de campeón, es un rey del sarcasmo. En una de las habituales entrevistas durante los partidos, con sus muchachos 20 puntos abajo, lo consultaron por el rendimiento defensivo. “Poor (pobre)”, dijo, dio media vuelta y se alejó.
“No quiero que Manu se retire nunca y pienso usarlo hasta la última gota, como si fuera una barra de jabón, hasta que esté terminado y no quede nada, ni para su familia. Lo exprimiré hasta el final”, le comentó el DT al sitio Básquet Plus. Sus declaraciones fueron antes de la derrota 110-98 con los Warriors, que así prácticamente se aseguraron el número uno para los playoffs de la Conferencia Oeste. Ginóbili -cada vez más dedicado a lafunción de conductor- sumó seis puntos, un rebote, tres asistencias y dos robos en 17 minutos. Fue su participación número 987 en temporada regular. Igualó la cifra de David Robinson, el Almirante, otra gloria de los Spurs.
Steve Kerr, coach rival, compartió plantel con Ginóbili, después de hacerlo con Michael Jordan. No guardó elogios para hablar de Emanuel: “Va a llegar al Hall of Fame (Salón de la Fama). Es uno de los más extraordinarios que dio el juego y uno de los mejores compañeros que tuve”. También hubo piropos de Stephen Curry, estrella de Golden State: “Me encanta ver a Manu, tiene creatividad”.
Del argentino se sabe que es competitivo como pocos, pero no se lo nota pendiente de los logros individuales. Aun así, debe estar al tanto de que son pocos los que han jugado en la NBA con más de 40 años. El inigualable Jordan es uno de ellos. Los gigantes Kareem Abdul-Jabbar y Karl Malone, 1° y 2° en la tabla histórica de anotadores, batallaron hasta los 42 y 41 respectivamente. El nigeriano Hakeem Olajuwon dejó a los 39 y el alemán Dirk Nowitzki -símbolo de Dallas- continúa vigente con 38.
Ginóbili es locuaz y expresivo, pero suele ser cuidadoso a la hora de referirse al futuro. Sus años vinieron acompañados de prudencia. A primera vista y a juzgar por la palabra de los que entienden, aún le queda cuerda. Para aplicar la metáfora de Popovich, Manu cada día limpia mejor.
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