Pellegrino marcó el único gol; Rojo fue expulsado a los 37 minutos por doble amonestación; hacía 26 años que el Calamar no celebraba ante el Xeneize.
Platense fue un justo merecedor del triunfo ante un Boca deslucido, que arrancó bien pero se fue complicando solo. Primero por la rápida expulsión de Marcos Rojo, que en 37 minutos recibió dos amonestaciones e incluso cometió una infracción en el área que debió ser sancionada con penal. Luego por la cantidad de jugadores que se hacen amonestar por acciones evitables, condicionando su presencia en el campo. Y después por el bajo nivel de varios de sus futbolistas, que parecieran depender de otros jugadores para exihibir su mejor nivel. Más claro: Platense lo ganó porque fue el que más ganas tuvo de ganarlo.
Porque después del 1 a 0 (Pellegrino, la figura del encuentro), siguió buscando el segundo y no se retrasó, como suele pasar. Eso le permitió imponerse y llevar al Xeneize a su mínima expresión, encomendándose a que Romero evite más goles locales. Desde el Apertura 98 que el Calamar no vencía al Xeneize, cuando lo goleó 4 a 0 en la Bombonera.
Después de 26 años, el pueblo de Platense celebra con ganas. Y está bien que eso suceda. Boca sigue sin poder salir de su laberinto y se sigue enredando en los problemas de siempre, como un loop inaguantable para sus hinchas, que aguardan esperanzados cada partido y con frecuencia terminan amargados, sin poder comprender tanta irregularidad.