La reciente salida del cepo cambiario marca un punto de inflexión para múltiples variables económicas y financieras, y el sector inmobiliario —como parte clave de la economía real— será uno de los primeros en reflejar su impacto. En un contexto de fuerte demanda acumulada, el cambio de régimen traerá efectos inmediatos tanto en la dinámica de compraventa como en los precios de los alquileres y en la evolución de los créditos hipotecarios, tanto los ya otorgados como los que puedan activarse en adelante.
A partir de este lunes, el mercado inmobiliario comenzó a operar con el dólar oficial como nueva referencia, dentro de una banda cambiaria establecida entre los $1.000 y $1.400. Se deja así atrás el esquema anterior, en el que el dólar MEP era la unidad de cuenta predominante en las operaciones, generando incertidumbre y fricciones.
Lo cierto es que, aún antes de esta transformación, el mercado ya mostraba signos claros de recuperación. El último trimestre de 2024 cerró con buen ritmo, y el arranque de 2025 confirmó la tendencia: enero y febrero registraron incrementos interanuales significativos en la cantidad de escrituras, una señal concreta de reactivación.
El resurgimiento del crédito hipotecario ha sido uno de los motores de este movimiento. Tras años de escasa incidencia, las líneas de financiamiento comenzaron a dinamizarse, mejorando el acceso a la vivienda y apuntalando el volumen de operaciones.
De todos modos, el nuevo escenario aún plantea interrogantes. Será clave monitorear cómo impactan las recientes medidas en la confianza del mercado, y si logran sostenerse condiciones macroeconómicas estables que permitan consolidar esta recuperación incipiente. La estabilidad del dólar, la evolución de la inflación y la capacidad del sistema financiero para ampliar la oferta de crédito serán variables determinantes en este nuevo capítulo del sector inmobiliario argentino.