Tecnología al servicio de los récords olímpicos

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La natación es el único deporte en el que el deportista para su propio tiempo. Cuando Mireia Belmonte logró el oro, fue ella quien estableció su destino al pulsar la plataforma subacuática que frena el cronómetro. Un «pulsador» que solo se activa con una fuerza de entre 1’5 y 2’5 kilos; tan suave como para no tener que hacer mucho esfuerzo, tan eficaz como para que el agua no establezca sus propios récords. Ya es parte de la piscina, como las corcheras, y como las pantallas subacuáticas que estrenó en sus series de 800. Una forma exacta, precisa y adaptada al siglo XXI de aquellas pizarras que los jueces mostraban a los nadadores para saber cuántas vueltas les quedaban.

«En la pantalla, al fondo de la piscina, podrá verlo sin necesidad de variar sus brazadas. Hará un movimiento natural, sin tener que esforzarse más para sacar la cabeza de la piscina», explica para ABC Alain Zobrist CEO de Swiss Timing de Omega, la empresa encargada de proporcionar los tiempos de los deportistas. «Es un poco más, nuestro propósito es ofrecer un tecnología relacionada con el tiempo para que los atletas pueden desarrollar mejor su trabajo», puntualiza.

Las pantallas pueden aportar más datos, como el tiempo que llevan en ese largo o el acumulado de todos los que ya han recorrido, pero no se lo permite la Federación Internacional de Natación porque los nadadores podrían comprobar los datos de sus rivales y sacar ventaja. Omega también mide el tiempo mucho más allá de las centésimas, pero ese es el dígito que se estableció para subsanar un posible defecto humano en la construcción de la piscina. «Aportamos lo que nos permiten las organizaciones deportivas, que suelen ser más tradicionales».

Los deportistas demandan
Son los propios deportistas los que solicitan este tipo de mejoras. Como lo hicieron los nadadores de espalda. «En el poyete ya introdujimos a partir de 2009 un reposapiés que los ayuda a impulsarse y que no resbala. Faltaba algo para los que no salen de allí. Una mala salida puede ser la causa por la que pierdes el oro y los nadadores de espalda tienen muchas posibilidades de salir mal porque la tensión que hacen con su cuerpo en la pared puede provocar un resbalón». Así que incorporaron una tira antideslizante subacuática en la que los deportisas ponen sus pies con mayor agarre y seguridad. Innovaciones que se prueban por etapas: un entrenamiento secreto, un evento televisado, unos Juegos Olímpicos. «En el proceso recibimos las impresiones de todos y lo ajustamos hasta dar con el elemento perfecto. Después, llega la homologación de las federaciones. Esta tira la probamos con Aaron Peirsol, el excampeón olímpico, aunque intentamos ser globales, no para un deportista en concreto. Y también para los amateurs», prosigue Zobrist.

El suizo vive tranquilo en estos Juegos. Se ha comprobado todo tantas y tantas veces que no teme ningún fallo. Se dedica a disfrutar de sus artilugios en la piscina, el tiro con arco, el golf y, sobre todo, el atletismo. «Es el deporte que supone más reto porque todo pasa a la vez y tenemos que ser capaces de recoger todos los datos de forma simultánea». En el Estadio Olímpico existen cuatro puestos en los que se reciben los datos, se oficializan con los jueces y se envían a la sala de resultados donde se procesan y se guardan. Todo queda registrado para que pueda comprobarse en el mismo segundo en el que ocurre.

10.000 por segundo
Usain Bolt o Mo Farah serán protagonistas de otra de las avances de Río: la cámara Myria, capaz de registrar 10.000 imágenes por segundo para la «fotofinish». «Queremos que los jueces no tengan ninguna duda de quién ha ganado la carrera, aunque para el ojo humano lo hayan hecho tres a la vez», se enorgullece Zobrist, que no quiere desvelar nada de lo que se verá en Tokio 2020. Omega ya introdujo la fotofinish en Londres 1948. Tardaban dos horas en comprobar y oficializar el tiempo. Hoy, entre tres y cinco segundos. Tecnología y esfuerzo humano al servicio de los deportistas y los récords. Eso sí, la campana de la última vuelta seguirá escuchándose en Río 2016. La única innovación tecnológica que sobrevive al progreso.

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