Salió del colegio en Villa Soldati y murió atropellado por un motochorro

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Era un ritual para Alfredo Aponte: se levantaba, despertaba a sus dos hijos mellizos de 14 años y los acompañaba hasta el colegio. En Lomas de Zamora subían al 306 y bajaban en Puente La Noria. Y allí combinaban con el 101, que los dejaba en la Parroquia Nuestra Señora de Fátima, en Villa Soldati. Después, el hombre -pastelero- se volvía a Lomas, donde entraba a trabajar a las 9. “Los acompañaba porque yo sufrí muchos robos por la mañana”, recuerda. “Mis hijos estaban preocupadísimos. Se la pasaban comentando los asaltos que padecían sus compañeros al entrar o salir del colegio”. Aponte los podía acompañar a la mañana. A la tarde, por su trabajo, le era imposible. Los chicos que debían volver hacia el lado de Lomas de Zamora se organizaban para hacerlo juntos, creyendo que así podrían evitar los posibles golpes. Así, sus hijos nunca se volvían solos.

Pero el martes pasado el hijo del empleado, Alfredo Leonardo Aponte, “Leíto” para todos los que lo conocían, salió de la escuela y cruzó la avenida Cruz, para esperar el colectivo. No pudo llegar a la parada del Metrobus: un motociclista lo atropelló y fue derivado a una clínica cercana. Dos días más tarde moriría en el Hospital de Niños “José María Gutiérrez”.

Vida robada. Alfredo “Leíto” Aponte. Tenía 14 años y era de Lomas.

La causa está caratulada como “homicidio culposo” por Yamila Bernan, a cargo del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N° 8. Según el padre del chico, “la versión es que el motoquero conducía a toda velocidad y cruzó en rojo porque venía de robar”.

Ayer, los compañeros de su hijo y los alumnos del colegio lo recordaron con carteles que exigían el esclarecimiento del caso y más seguridad en el barrio. Además, dejaron velas blancas sobre el lugar donde cayó. El sacerdote de la parroquia los bendijo a todos, al tiempo que le dio el pésame a la familia.

Por el caso fue detenido el conductor de la Honda Wave, un adolescente de 18 años, que también sufrió heridas. Según dijeron a Clarín fuentes de la investigación, tiene antecedentes delictivos y anoche continuaba detenido. La moto estaba a nombre de un familiar.

La hipótesis de que escapaban de un robo es porque minutos antes del accidente una mujer fue asaltada adentro del predio de la escuela por ladrones en dos motos”, comenta una de las administradoras de “Vecinos organizados por Soldati”, una página de Facebook donde se denuncian estos casos.

Marcha en reclamo de mayor seguridad frente al colegio Fátima de Villa Soldati tras la muerte de Alfredo Aponte (14). Foto Silvana Boemo

“Eran dos motos: en la que atropellaron a Alfredo iban dos personas. El que no fue herido fue rescatado por la otra moto, en la que solo iba el conductor. Según la Policía, está identificado”, cuenta.

“Mi hijo tenía un proyecto, un futuro”, sigue Alfredo, que perdió al único varón de sus cinco hijos. “Quería ser ingeniero en mecánica industrial. Era un apasionado de la industria automotriz. Su sueño era recibirse y poder comprarse su primer autito y poder trabajar de eso. Estaba en segundo año”. Y agrega: “además de formar una familia y tener su hogar, que es lo que siempre le enseñé”.

Ayer la protesta de los familiares y vecinos se realizó en la misma esquina, en Cruz y Pergamino. Los compañeros exigieron, entre tantas cosas, “policías” en la puerta del colegio. Las estadísticas que llevan los profesores del establecimiento lo confirman. “Desde que comenzaron las clases asaltaron a siete alumnos”, cuenta un preceptor, que fue maestro de Alfredo en quinto grado.

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“Lo que solemos hacer cuando son asaltados es llamar a sus padres y pedirles que los vengan a retirar, porque están muy asustados: los robos suelen ser con armas”, le describió a Clarín otra profesora, que recuerda el esfuerzo que le ponía Alfredo para levantar sus notas. Por eso, cuando le tocaba entrar más tarde, iba temprano igual. Para estudiar por su cuenta y para acompañar a su hermana melliza.

Clarín recorrió esas calles en febrero pasado. Los vecinos coincidían. Las paradas de Metrobus eran las zonas calientes. “Se mueven en motos a toda velocidad y asaltan a los trabajadores de las fábricas de la zona”, dijo Mariano Gugliotta, uno de los vecinos que organizó una marcha en la primera semana de marzo, para exigir más seguridad. Comenzaron las clases, y al parecer, nadie lo oyó.

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