El Gobierno ya se ha puesto en modo electoral plebiscitando su gestión

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La actitud desafiante del gobierno durante este mes sumado al apoyo que dio la ciudadanía a la democracia, expresada el 1A, ha tenido el efecto de una suerte de torniquete en la aprobación de gestión de gobierno: ha cesado su caída y ha recuperado casi dos puntos. No obstante esto, la clase política en su conjunto no pasa por su mejor momento ya que ningún dirigente oficialista u opositor logra crecer en la consideración pública y las expectativas de un futuro mejor se han empobrecido. Nada enamora demasiado.

Por otra parte el gobierno ya se ha puesto en modo electoral plebiscitando su gestión y más aún, plebiscitando su visión de futuro frente al pasado reciente. Cuando la campaña comienza la gente vuelve a sentir que la agenda de la política comienza a alejarse de sus preocupaciones más tangibles, concretas y urgentes. El gobierno debería cuidar que su pelea con el pasado no lo deje descuidado de presente y vacío de futuro.

La Argentina es un país que hace muchos años presenta un nivel de polarización alto. De hecho, Macri superó el ballotage con Scioli por apenas un punto. Claramente, tanto el gobierno nacional como el kirchnerismo están buscando profundizar esa división para capitalizar de cara a las próximas elecciones. El gobierno nacional, condicionado por la situación económica y la falta de resultados a corto plazo, optó por una estrategia de confrontación con el pasado. Intenta así reeditar el escenario electoral del 2015, para discutir sobre el pasado, soslayando los problemas del presente. El problema que conlleva esa estrategia es que muchos argentinos están hoy preocupados por su situación económica actual y eso puede influir en sus decisiones de cara a esta elección.

En el escenario político, la norma es la incertidumbre. Nada se sabe aun acerca de candidatos ni de reagrupamiento de fuerzas. Sin duda hoy el mejor aliado del gobierno es la división del peronismo y la polarización con solo una parte de él conlleva una cuota de riesgo, sobre todo a siete meses de los comicios.

Hay entre un 25/30 por ciento de argentinos que son votantes fieles al kirchnerismo y otro 25/30 por ciento que se inclina por Cambiemos. El 40/50 por ciento restante no tiene una pertenencia sólida con ningún espacio político y define su voto según el escenario económico, político y social en el que se encuentre al momento de votar. Ese segmento es el que inclinará el resultado de las elecciones. ¿Quién será capaz de enamorarlos?

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