Macri-Trump: lo aconsejable es la prudencia y esperar resultados

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El Presidente Mauricio Macri necesitaba esta visita por múltiples razones pero sobre todo dos temas estaban pendientes: no se sabía cómo había quedado una relación que se gestó cuando ambos presidentes eran empresarios y había que equilibrar los vínculos con la Casa Blanca, luego de la apuesta de la Casa Rosada en favor de Hillary Clinton. Ese examen se pasó con éxito a juzgar de las declaraciones de ambos mandatarios. Así, el Gobierno puede esgrimir que las relaciones con Washington están basadas en intereses mutuos, no en preferencias ideológicas ni en función de vínculos personales.

En verdad hubo circunstancias favorables para Macri. Existe un vacío en América Latina, Brasil no logra reencontrarse con el crecimiento y su sistema político late en función de las noticias provenientes de la Justicia. En el Pacífico, la Alianza no puede soslayar algunas transformaciones que la afectan: el libre comercio no está de moda y el Acuerdo Transpacífico, que Obama concibió, capotó por voluntad de Trump, cuando ellos se estaban preparando para el abordaje. Finalmente, México -socio mayor del Grupo- está inmerso en problemas “intermésticos”: el futuro del ALCA, con Muro incluido, y las elecciones presidenciales con candidato populista en el horizonte. Los astros estaban alineados para que la visita de Macri resultara oportuna hasta para el mismo Trump. Son conocidos sus traspiés con algunas visitas.

En este contexto asoma una agenda múltiple, cargada de símbolos y de intereses específicos, que puede ser analizada en base a los anuncios. Pero seguramente existió una agenda no-pública sobre la cual se puede conjeturar. Limones; biodiesel; carnes; inversiones; regresar al sistema de preferencias americano; componen un “shopping list” vital para Argentina. Lo aconsejable es la prudencia. Trump es un empresario adicto a los canjes, inspirado en el proteccionismo de Colbert, no en el “dulce comercio” de Mostesquieu, por eso habrá que esperar los resultados. Es posible que se avance en limones, pero se postergue el biodiesel, en ese caso nuestro déficit comercial se agudizará. El impulso a las inversiones existe, tal vez potenciados por las expectativas en energía, abonadas por el discurso de Macri con empresarios.

En cuanto a la “agenda invisible”, el sendero de las conjeturas permite imaginar algunos capítulos. Para Washington, China no es un socio, es el contendiente estratégico con el cual debe lidiar de aquí en más. No reemplaza a la Unión Soviética, China compite económicamente y también está dispuesta a competir militarmente. En otras palabras, no tiene sentido apelar al espejo de la guerra fría. Se trata de una trama mucho más sofisticada. Esto viene al caso porque antes de viajar Macri a Pekín, la Casa Blanca armó esta visita. Y seguramente en algún espacio de diálogo apareció una pregunta clave, ¿cómo administrará Macri la “herencia K” ? ¿Qué pasará con las represas de Santa Cruz y con las centrales nucleares cuya construcción fue otorgada a empresas chinas? El fantasma de la Doctrina Monroe nunca se evaporó. Washington entiende que Pekín pretende aplicar en América Latina el modelo de expansión que aplica en África. Este es un capítulo de una nueva relación triangular.

Es de esperar que la diplomacia argentina haya aprovechado la oportunidad para ponerse al corriente de cuáles son, en la Casa Blanca y en el Congreso, las ideas predominantes en temas que deben constituir insumos vitales para el diseño de una política exterior como el futuro del ALCA y la crisis venezolana. Tal vez en Washington se aguardó en vano algún insumo argentino que estuvo ausente: un discurso que reflejara la visión del Gobierno respecto del presente y futuro de América Latina.

Carlos Pérez Llana

universidades Di Tella y S. XXI

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