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Los electores holandeses están llamados a las urnas el 15 de marzo en unas elecciones legislativas determinantes, en un momento en el que el partido liberal del primer ministro Mark Rutte intenta frenar el avance de la extrema derecha. Las encuestas presentan resultados muy ajustados. El Partido por la Libertad (PVV) del diputado antiislamista Geert Wilders podría ser el vencedor, lo que supondría un duro golpe para el pragmático Rutte y su Partido Popular Liberal y Demócrata (VVD).
Este último busca obtener un tercer mandato al frente de una de las economías más importantes de la zona euro y de uno de los fundadores de la Unión Europea.
Incluso si no sale elegido en primer lugar, Geer Wilders podría conseguir su mejor resultado desde la creación de su partido en 2006.
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En las elecciones en Francia y Alemania que seguirán a los comicios holandeses, el éxito de partidos populistas y de extrema derecha se sigue muy de cerca.
El paisaje político holandés se encuentra además fraccionado: 28 partidos políticos, un número récord desde la Segunda Guerra Mundial, luchan por obtener la papeleta de 12,9 millones de electores potenciales y por repartirse los 150 escaños de la Cámara Baja del Parlamento.
“Los pequeños partidos van a conseguir muchos escaños”, predice Geerten Waling, historiador político en la Universidad de Leiden. “Las elecciones van a conformar un Parlamento muy dividido y por esto va a ser mucho más difícil para formar una coalición”, añade.
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El diputado ha estado a la cabeza de las encuestas durante varios meses, reforzado por la peor crisis migratoria en Europa desde la Segunda Guerra Mundial y por un proceso muy mediatizado en el que se ha visto condenado por discriminación después de unos comentarios contra los marroquíes que viven en Holanda. “Estoy convencido de que todos obtendremos excelentes resultados”, aseguró el domingo, haciendo alusión a la candidata francesa a las presidenciales Marine Le Pen. “Y si no es así, el genio no volverá dentro de su lámpara… las cosas van a cambiar en Europa”, señaló.
Pero con las elecciones a la vuelta de la esquina, el PVV (12 escaños en la Cámara Baja saliente) descendió en las encuestas a una segunda posición, dándole ahora entre 21 y 25 escaños, frente a los 24-28 para el VVD (40 bancas en el Parlamento).
La gran mayoría de los partidos prometieron no colaborar con el controvertido diputado, desconfiando de sus promesas electorales: cierre de las fronteras a los musulmanes, prohibición de la venta del Corán o una salida de la UE.
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El primer ministro Rutte, por su parte, intenta quedarse al margen de la trifulca, destacando sus seis años de experiencia y presentándose como la única alternativa seria a Geert Wilders.
“Vivimos tiempos inestables y peligrosos. Mi principal tarea como primer ministro es la de mantener nuestro país estable y seguro”, afirmó hace poco a la agencia AFP. Intentando seducir a los simpatizantes de la extrema derecha, asegura que Holanda debe defender sus valores e invita a los que no los respeten a abandonar el país.
Si el PVV se impone en las urnas, “podrá intentar formar una coalición”, asegura el experto en política holandesa, Boudweijn van Eenenaam. Pero se presenta difícil, con los otros partidos que han prometido no colaborar con él, la tarea recaería sobre el segundo partido más grande del país.
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