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La oposición venezolana vive uno de sus momentos de más fuerza. Después de la del martes y la del jueves, miles de caraqueños volvieron ayer a protagonizar una masiva marcha de protesta contra el gobierno de Nicolás Maduro.
Los motivos se han ido sumando en estos días. La inhabilitación para ejercer cargos públicos por quince años que el gobernador del Estado de Miranda, Henrique Capriles, recibió el viernes por una sanción administrativa es sólo la última gota. El asesinato por un balazo de Jairo Ortiz (19) el jueves, aún por investigar; y el arresto del joven músico de Frederick Pinto mientras iba a su ensayo el martes son las otras dos noticias que soliviantaban ayer a los manifestantes, tensos desde que el 29 de marzo el Tribunal Supremo de Justicia se atribuyó los poderes legislativos del parlamento y no los soltó hasta que Maduro le pidió que rectificara (confirmando así las sospechas de acuerdo entre el poder ejecutivo y el judicial).
Carteles. Manifestantes en el centro de Caracas, contra el gobierno de Nicolás Maduro. /REUTERS
Con más de quince estaciones de metro y el principal acceso por autopista a Caracas cerrados, la marcha comenzó con una orden a los proveedores de Internet para que bloqueen VivoPlay.net, uno de los pocos canales que aún transmiten imagenes de las protestas, aunque sólo para las personas con acceso a Internet. Pese al bloqueo, la cadena pudo emitir ayer gracias a la alianza con los sitios online TalCualDigital.com y ElEstimulo.com, que incluyeron un directo de VivoPlay.net en sus páginas.
Otra novedad fue la decisión de la policía judicial venezolana de publicar en Twitter fotos de siete manifestantes (sin nombre) catalogados como “generadores de violencia” y un pedido a los ciudadanos: “Con el fin de garantizar la PAZ de Vzla (Venezuela), si tiene información sobre este generador de violencia, notifique de manera anónima al @0800CICPC24”, dice el mensaje con el lenguaje típico de la red social.
No mencionaban la violencia que generan los grupos civiles conocidos en Venezuela como “colectivos”. Con armas de fuego, motos y la vista gorda de la policía, su misión es amedrantar a los manifestantes con golpes y también con tiros. Hasta ahora, al aire.
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