Estadísticas compiladas por el organismo internacional revelaron que las más de 2 millones de jóvenes diagnosticadas con la condición representan el 60% del total de personas con VIH en el rango etario que va de los 15 a los 24 años. Esto implica que, en comparación con sus pares masculinos de la misma edad, las chicas tienen una prevalencia mucho mayor. Adicionalmente, el 58% de las nuevas infecciones de VIH detectadas el año pasado ocurrieron en mujeres con menos de 24 años.
“El mundo está fallando a las mujeres jóvenes, necesitamos hacer más y de manera urgente. El progreso que hemos logrado es notable, especialmente en lo que se refiere al tratamiento, pero también es increíblemente frágil. Nuevas amenazas están surgiendo y si no actuamos ahora nos arriesgamos a que resurjan y resistan”, reconoció Michel Sidibé, director ejecutivo de la agencia de Naciones Unidas contra el Sida (ONUSIDA).
Para Sibidé el riesgo de contraer el virus por parte de mujeres adolescentes y jóvenes es “increíblemente peligroso” debido a que en diversos lugares del mundo las mujeres se enfrentan a una “amenaza triple”: están expuestas a un alto riesgo de transmisión, registran un bajo acceso a los test de diagnóstico y tienen una mala adherencia al tratamiento. El año pasado hubo 7.500 nuevos casos a la semana en mujeres de 15 a 24 años. Y entre 2010 y 2015 el número de nuevas infecciones en la misma franja etaria se redujo apenas un 6 por ciento, pasando de 420.000 casos a 390.000.
“Existe un ligero aumento del contagio de VIH en algunos grupos de adolescentes, pero no podemos hablar de una epidemia. Los adolescentes muestran un alto nivel del uso de métodos anticonceptivos, pero no tanto así de los preservativos”, comentó Ariel Adaszko, Coordinador del Área Estudios y Monitoreo, Dirección de Sida y ETS del Ministerio de Salud.
Las desigualdades de género, el acceso insuficiente a los servicios de salud sexual y reproductiva, la pobreza, la inseguridad alimentaria y la violencia son algunos de los factores que aumentan la vulnerabilidad. Para Adaszko las causas recaen en la persistencia de la ajenitud en la percepción social del VIH, la falta de campañas que focalicen en la anticoncepción, los obstáculos en la implementación de la educación sexual y el desplazamiento provocado por la emergencia de nuevos problemas en salud pública y los cambios en la agenda internacional.
Además, existe una influencia en cuanto al cambio generacional: “Estos jóvenes no vivieron la década de los ’80. Es otra época, otra generación, que si bien pueden tener un tipo de registro de lo que pasó hace 30 años, no les está llegando el mensaje, sus preocupaciones pasan por otro lado”, señaló el docente, a la vez que remarcó la importancia de la “normalizacion del VIH” para ayudar al paciente a aceptar su situación, mantener su adherencia al tratamiento y evitar la estigmatización.
“Debemos facilitar el acceso a los diagnósticos y a la vinculación con los centros de salud. Necesitamos imaginar e implementar nuevas estrategias, si seguimos haciendo lo mismo vamos a tener los mismos resultados. Hay que promover una prevención integral del VIH, como así también del embarazo no deseado. Y debemos trabajar para eliminar los obstáculos para la implementación real de educación sexual”, concluyó Adaszko.